Hola amigos meritocráticos, después de la última derrota contra el Atleti, lo último que me pide el cuerpo es escribir sobre la situación deportiva del Real Madrid. Sin embargo, como creo que el “ser madridista” está muy lejos de sólo dejarte ver por la plaza de tu pueblo cuando los blancos consiguen la Liga o la Champions, daré mi punto de vista de cómo están las cosas en mi equipo del alma. Eso sí, antes me gustaría recalcar que todo lo que leáis a continuación no procede -ni mucho menos- del dramatismo pesimista, sino que es fruto del realismo y de la reflexión de un madridista. También desde la profunda convicción de que esta situación se arreglará más pronto que tarde. Está claro que aún no se ha perdido nada.
En el título de este artículo he querido reflejar -con algo de 'maldad'- que los merengues no tenemos tanta “suerte” como el culé catalanista. Éste, por regla general, asume y digiere que todos y cada uno de los contratiempos sufridos por el Barça desde que es “més que un plof”, vienen propiciados por factores externos al equipo y ajenos a su directiva. Da igual que lo asumido y digerido sea un disparate como una catedral y que el único responsable de tanta catástrofe sea el propio Barcelona. El culé catalanista tiene la “suerte” ser alguien anestesiado por el nacionalismo, incapaz de utilizar su conciencia para ver la realidad por la que está pasando su club. Afortunadamente -a Dios gracias- nosotros nos queremos demasiado bien, como para empezar a utilizar como arma de “autoaborregamiento” masivo aquello de “L'Estat i la resta d'espanyols ens oprimeixen”. A nosotros no nos queda más remedio que coger el toro por los cuernos y aplicar esa clase de autocrítica que sólo sabe ejercer el madridismo y que nos suele resultar tan dolorosa como curativa. Así que... al lío.
Para empezar, quiero partir de la base de que es prácticamente imposible ganar todos los partidos y competiciones. Y, salvo que tengas montado el chiringuito que montó el Barcelona del hispanófobo Laporta, con su plantel de estrellas: Platini, Villar, el Marqués y Obrevo; a nadie con dos dedos de frente se le ocurre afirmar, al principio de cada temporada, que su equipo ganará los seis títulos disputables. Bueno sí, se le ocurre a Roncero, pero mi querido paleto no entraría precisamente en la definición de “alguien con dos dedos de frente”. Nuestro Madrid no es ese Barcelona que exhibía a Zapatero como trofeo de caza cada vez ganaba algún título, todo lo contrario, nuestro Madrid es una institución que huye de las excentricidades del eterno segundón y que tiene los pies en la tierra.
El Atleti nos dio una buena lección de como, poniendo los suficientes bemoles al asunto, se puede ganar a quien sea. Sobre todo si en frente tienes a un rival sin espíritu competitivo y más helado que las pelotas del caballo de Espartero a las 6 de la mañana en enero. Los futbolistas del Madrid salieron pensando que jugaban contra Córdoba o Getafe; saltaron al campo creyendo que con sólo las genialidades individuales de Benzema o la constancia y el peligro de Bale, pasarían por encima de los colchoneros. Pobres incautos. Ni este Atleti es el Córdoba y ni esos dos genios del balón estuvieron a la altura de las circunstancias.
Ahora es cuando un servidor echa de menos la garra y la entrega con las que el Madrid de Mourinho afrontaba cada derbi. Esas eran las verdaderas causas de que nos pelásemos al Atlético de Madrid y al Barcelona. La garra y la entrega madridistas, no “la fortuna” que supuestamente -según sus voceros amigos- nos traía Iker Cantadillas, o la diferencia en la Historia y en el escudo. Pero el que yo eche de menos algunos aspectos del Madrid de Mou, no significa que cargue con toda la responsabilidad de lo acontecido a Carleto. Al igual que al Bayern de Guardiola se lo merendó la plantilla blanca y sólo la plantilla blanca, el partido del Calderón lo perdieron los jugadores, no el entrenador.
También, si queremos ser justos con el diagnóstico de la derrota, tenemos que asumir que Coentrao no es Marcelo, ni Nacho es Ramos, ni Varane tiene la experiencia de Pepe y que, ni siquiera, Carvajal está siendo Carvajal. No se puede pretender que una defensa con cero horas de vuelo como titular, se muestre tan efectiva contra este Atlético que el cuarteto Marcelo, Pepe, Ramos, Arbeloa. En este tipo de partidos los galones son un grado importante y muchas veces suelen marcar la diferencia entre la victoria y la derrota, o entre la derrota injusta y el merecido ridículo. En este aspecto sí que es donde puede tener algo culpa Carlo Ancelotti. El técnico italiano debería haber trabajado las distintas combinaciones defensivas en los entrenamientos o contra equipos menos fuertes que el colchonero. Espero que el Madrid haga más hincapié en ese sentido.
El centro del campo fue para olvidar. Khedira ni debería jugar, Kroos tiene más rodaje del aconsejable a estas alturas de la temporada e Isco se sigue empeñando en demostrarnos -hasta el hartazgo- que sabe conducir el balón con los pies. Por enésima vez esta temporada se echó de menos a Lukita. Estábamos acostumbrados a que el croata actuara como un seguro de vida en cada partido y, ahora que no está, aprendemos a base de mal juego y derrotas, lo que es un Madrid sin ese extraordinario futbolista. Pero no sólo me acordé de Modric, también lo hice de James. Nuestro colombiano estaba poniendo en estos últimos partidos la chispa y el hambre que nos faltó junto al Manzanares. Una auténtica pena lo de su lesión, le deseo una pronta recuperación. De Illarra no hablo, sé que muchos de los que participáis y seguís a Meritocracia Blanca sacáis constantemente la cara por él y yo no soy quien para llevaros la contraria al respecto; no obstante, teniendo en cuenta lo que se ha visto hasta ahora del vasco, sí que creo que contra el Atlético de Madrid tampoco hubiera dado la talla. Aunque soy incapaz de negar que lo hubiera hecho mejor que Khedira.
La delantera, en su conjunto, muy mal. Apenas se vio en el campo. Más vale que se ponga las pilas y empiece a crear peligro y a hacer goles cuanto antes. Un Madrid sin goles... no es el Madrid. Me detengo en Cristiano con especial preocupación; no es que el portugués esté mal, es que directamente no está. Es evidente que estamos viendo al peor Cristiano Ronaldo desde que aterrizó en la Casa Blanca. Muchas veces pasarle el balón supone dárselo directamente al rival. Físicamente se le ve fuerte, pero mentalmente está apático, sin imaginación, sin esa ambición por ganar que siempre nos ha demostrado. No lo conozco personalmente, no me atrevería a decir si la solución pasa por que el club tome cartas en el asunto y le “lea la cartilla” o, por el contrario, haya que seguir utilizando la mano izquierda arropándole con paciencia, comprensión y halagos. Lo que sí está bastante claro -nadie lo puede negar- es que lo necesitamos como agua de Mayo. Y más teniendo en cuenta que estamos desperdiciando al mejor Bale situándolo en una banda que no es la suya. Veremos en lo que deriva esta situación tan perniciosa para el equipo.
Quiero terminar el artículo mandando un mensaje de ánimo al madridismo. Lo único que nos dejamos en el Calderón fueron tres puntos y algo de honor recuperable, nada más. Seguimos yendo primeros en Liga y somos serios candidatos a ganar la Champions. Afrontemos lo que queda de temporada con ilusión y confianza hacia nuestro equipo.
Ahora más que nunca.... ¡Hala Madrid!
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