El pasado sábado los madridistas vivimos un esperpento de partido por parte de nuestro equipo en el derbi disputado a orillas del Manzanares. Igual que había ocurrido una semana antes en Córdoba y en menor medida contra el Sevilla, el equipo evidenció no estar pasando por un buen momento. Podemos hablar de las muchas e importantes bajas que el Madrid tenía el sábado, también del menor descanso con el que llegó al enfrentamiento y el penoso estado del terreno de juego (hecho que perjudica a los dos equipos aunque en teoría más al de mayor calidad), pero lo cierto es que ninguna de estas circunstancias negativas sirven para justificar la paupérrima imagen ofrecida.
Por supuesto, de esta crítica no se salva Ancelotti tan defendido por el que escribe en muchas ocasiones. El transcurso del partido demostró que prácticamente erró en todas las decisiones. De hecho, de los 6 enfrentamientos seguidos en los que el Madrid no ha conseguido la victoria contra el rival capitalino, es en el primero en el que la partida táctica se decantó claramente a favor de Simeone. El estado del equipo justificaba jugar con 4 medios para igualar la lucha en el centro del campo, la inferioridad en el juego aéreo no justificaba incluir a Khedira en la alineación en lugar de Illarramendi, puesto que el alemán ahora mismo es un jugador descatalogado para el Real Madrid del que además cabe dudar de su compromiso. En un equipo en el que la salida de balón iba ser complicada por las bajas de Ramos, Marcelo, Modric y James incluir al alemán en la alineación se antoja como un error especialmente grave del técnico italiano. Adicionalmente ni el equipo tuvo la actitud que se espera en estos duelos ni Carlo supo insuflársela. Fue todo un desastre colectivo del que no se debe escapar ningún protagonista del partido. Y aunque no resulta popular decirlo, la importancia relativa del festejo o festejos posteriores carecen de importancia para mí en relación con el ridículo partido protagonizado.
Ahora bien, y dicho eso, quien escribe no se baja de su burra. Sigo teniendo esperanzas fundadas en que el Madrid se alzará con los dos títulos que quedan en juego. El equipo que ha conseguido 22 victorias seguidas desplegando un juego espectacular me obliga a encuadrarme en un optimismo que en mi opinión es realista. Realmente lo que no entiendo es el pesimismo y menos con este equipo. El pesimista se encarga de sufrir durante todo el proceso para mitigar la decepción final cuando el resultado es el esperado, yo prefiero disfrutar por el camino sobre todo cuando hay motivos para ello. El equipo pronto recuperará efectivos que son básicos para su juego. En breve jugadores que ahora están en baja forma remontarán en su situación física o anímica para volver a alcanzar una velocidad de crucero.
Lo que no deja de asombrarme es el veletismo de tanta gente. Particularmente tengo que reconocer que encuentro fascinante desde un punto de vista sociológico observar las reacciones de la gente en épocas de crisis. Tanto en algunos miembros de la prensa como en una parte importante del madridismo ha entrado un histerismo que ha hecho remover pilares que parecían ya consolidados. Hemos pasado de querer renovar a Ancelotti en diciembre a considerar que ha perdido el control del vestuario y que pierde todas las batallas tácticas en febrero. Los nombres de Di María, Alonso y Morata tan olvidados durante la racha de 22 victorias han vuelto a salir a la luz como bajas decisivas en el mal momento del equipo. De nuevo se ha puesto en valor el control del vestuario de Mourinho en contraposición de Ancelotti, me imagino que los mismos que lo hacen han olvidado la última temporada con el portugués. Lo que antes era una maravilla y carecía de crítica ahora es un caos sin solución aparente.
En mi opinión la definición básica del término piperismo consiste en el seguidismo acrítico por parte de la afición de las corrientes mayoritarias de opinión cortoplacistas y ventajistas.
El tiempo dará y quitará razones, pero la firmeza de mis opiniones sobre el equipo no variará por un mal enero de competición. Lo mismo ocurre con mi opinión sobre Ancelotti al que la prensa ya saca sucesores. El italiano es el entrenador ideal para este equipo y los que le niegan estar a la altura del Madrid a nivel táctico, seguramente antes ponderaban su planteamiento táctico contra el Bayern, la solución táctica que encontró con Di María o que el Madrid haya jugado de maravilla con 3 media puntas como centrocampistas. ¡Hala Madrid!
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