El sufrimiento paradójico de pertenecer al más grande


La reflexión de hoy va encaminada al sentimiento único de ser seguidor madridista, las obligaciones que conlleva, con sus triunfos y decepciones, más su responsabilidad única eterna.

Durante muchos años y hasta la actualidad recibo comentarios que los debato con aficionados de otros clubes, principalmente valencianistas y levantinistas. Ellos suelen incidir en lo teóricamente sencillo que es ser fan del Real Madrid. "Sois de ellos porque es el que tiene más copas", "apoyáis al Real ya que vencía siempre" o, el más repetido, "lo más fácil es ser del Madrid, casi siempre gana algún título y tenéis más alegrías que enfados." No hay mayor falacia que esta ultima frase. Ahora bien, lógicamente no entendida por el resto de aficionados de otros equipos.

Ser del Real Madrid es lo máximo... pero lo más difícil. Su exigencia es máxima, en toda su extensión, desde seguidores hasta miembros de la entidad. Quizá no se entienda fuera de nuestra atmósfera, ya que somos únicos, pero no nos basta con hacer una temporada decente o simplemente buena, debe ser excelente. Nuestro presupuesto, historial y memoria hace que la lucha por todos los títulos, especialmente los importantes (Champions, Liga e Intercontinental), sea obligatorio en su consecución casi rutinaria.

Cada club tiene sus retos, su nivel, su exigencia, y es respetable, no comparable. Restando Barcelona y sin ser igual, ningún club español lucha por ganar todas las competiciones posibles. Unos como Atlético, Valencia o Sevilla fian sus opciones o meterse en Champions o Europa, llegar a finales y ganar títulos de vez en cuando. Otros solo con no pasar apuros en Primera División les es suficiente. Ni comparar con mi querido Levante, que mantenerse en la máxima categoría es un reto año a año y su lugar predestinado en más la categoría de plata. Resumiendo, su cantidad de partidos ganados o superar registros de victorias, sea cual sea el estadio rival, es mucho menor según de baja el objetivo. No es una comparación homogénea para decir que es más sencillo ser merengue.

Sabemos por experiencia que en la mayoría de ocasiones no solo nos conformamos con el resultado, debe haber buen juego. Sobre este último punto, ya son conocidas las rescisiones de contrato de muchos entrenadores, Capello, Antic o Luxemburgo entre otros, tras ser pitados por parte de la grada del Bernabeu en su estilo de juego. El fin no siempre justifica los medios en la Casa Blanca. Otro debate sería si es justo, lícito o hasta correctas esas decisiones, aunque no es el tema de hoy. Nuestro Coliseo presiona mucho y es de un gusto y vara de medir difícil, tanto en paciencia, frialdad o gusto sobre los diferentes jugadores, pero ello será complicado variarlo, son socios abonados de muchos años y no se abre apenas el cupo de renovación. Sencillamente diferentes. Ello sí, acostumbrados y deseosos por la victoria.

En referencia sobre nuestra afición global y generalizada mundial hay mucho más que explicar. Pertenecemos, y me incluyo por supuestísimo, a un club que obliga a querer ganar siempre, por defecto, y además exigir y criticar. Somos muy agradecidos en los triunfos e increíblemente críticos en los fracasos. Ganamos un título y ya estamos pensando una semana después en el próximo o el de la temporada que viene. Tenemos paralelismos con otras entidades deportivas que comparten esta presión y grandeza por vencer siempre. Me estoy refiriendo a squadras como Bayern, United o Milan en fútbol; Panathinaikos, Maccabi, CSKA, Lakers o Celtics en basket; Kiel o Barcelona en balonmano; Pro Recco en Waterpolo; Patriots en fútbol americano; los Canadiens en hockey hielo; los Yankees en baseball o Ferrari en Fórmula 1. Es decir, formamos parte de la élite mundial deportiva.

Por todo ello, sintetizo y reflexiono. Ser del Madrid no es lo más fácil, sino lo más difícil. He reído, gritado y disfrutado con nuestros logros muchas veces, pero en innumerables ocasiones me he ido jodido a la cama, no he cenado o incluso llorado, sobre todo de pequeño. Resumiendo, han sido más las negativas que las positivas, aunque quizá se recuerden más los recuerdos bellos. Esa es la importancia incomparable del Real Madrid en fútbol. Somos los más grandes, el mejor Club del siglo XX nombrado por la FIFA, el mejor de la actualidad con el membrete de campeón del mundo o simplemente el mejor de la Historia en palmarés.

En conclusión, quizá resto de aficionados no lo entendáis. No nos cansamos de ganar, como dijo el incomparable mejor jugador de tenis Roger Federer. Ese es nuestro reto y nunca bajamos los brazos. Seguimos líderes a 1 punto y eso es lo que prevalece. Terminaremos la liga ganando, una vez más y llegando a los 33 entorchados, y pelearemos la Copa de Europa en el grupo reducido de favoritos, máxima competición continental de clubes donde somos los líderes y exclusivos con doble dígito de títulos. Si las lesiones nos respetan más, estaremos seguro en semifinales y los pequeños detalles decidirán como casi siempre a este nivel. Solo esperemos trabajo, acierto y lo que nunca debe faltar y es preciso en los grandes torneos, un poco de suerte.

En fin, esta es la paradoja, contradicción lógica para quién no sepa de figuras retóricas lingüísticas, del seguidor madridista. Una aventura apasionante, de equiparable alegría y decepción, pero básicamente inigualable en pasión. Extraños, no comparéis ni critiquéis de los que no sabéis. Probad primero, opinad después.

Gracias Real Madrid por ser la máxima institución deportiva y hacernos partícipes de la mejor afición del mundo! #HalaMadrid

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