El halago no debilita


No sé quién narices comenzó a contarnos esta patraña, y no sé porqué narices le hemos creído, pero quizás sea una de las mayores mentiras contadas jamás.

Una de las cosas que más favorece la motivación del ser humano es el reconocimiento, la alabanza, el elogio.  Sí, trabajamos por dinero, pero nos esforzamos porque nuestro trabajo es reconocido y si no se reconoce…nos esforzamos menos, bastante menos.

“La letra con sangre entra” es un refrán demasiado antiguo que propició métodos dañinos y además bastante estériles. Los entrenadores de la vieja escuela creían que cuanto peor tratasen a sus futbolistas mejor rendimiento obtendrían y, la verdad, no hay nada más lejos de la realidad.

No me malinterpretéis; no quiero decir que a un futbolista haya que abanicarle y ponerle un camino de pétalos de rosa allá por donde se mueva, ni muchísimo menos. Ni decirle lo bien que lo hace todo, aunque no lo haga. A un tipo que cobra barbaridades por hacer lo que le gusta, que es jugar al fútbol, y que además “lo tiene todo” hay que apretarle y presionarle para que saque lo mejor de él, por supuesto, pero también hay que alabar todo aquello que haga bien, por ejemplo, una buena actitud, una mejoría, el esfuerzo…


Hablemos de Isco. Está en un estado de forma impresionante, su actitud ha mejorado un 200%, trabaja y crea, además ha luchado para ganarse el puesto y no se ha conformado sólo con su calidad si no que ha puesto encima de la mesa también su trabajo y una forma de jugar al fútbol a la que no estaba acostumbrado. Isco es un crío del sur de España de 22 años en un Real Madrid de gigantes y… ¿no vamos a reconocerle su esfuerzo? ¿Por qué? Su temporada anterior no fue quizás lo que él mismo esperaba y esto le hizo revolverse. Podría haberle quedado demasiado grande el reto y haber querido huir a un sitio como el lugar de donde venía, en el que su rol era principal y no secundario; sin embargo aprendió, maduró y luchó. Aceptó dónde estaba y qué era lo que le tocaba y en cuanto ha podido, en lugar de revelarse en contra de su situación, nos ha aportado grandes cosas. Es cierto que la actitud que ha tenido Isco es la adecuada, la que hay que tener si llegas al Madrid, la que se espera, pero esto no quita que no sea fácil aceptar ciertas cosas, y menos con cierta edad. Por eso yo se lo agradezco enormemente.

No vamos a ponerle ningún camino de pétalos a Isco y, por mi parte, le exigiré que siga dando lo mismo que hasta ahora, o más, en cada partido que pase. Yo tampoco quiero que se relaje. Pero en el Madrid pasa algo muy particular, y es que si eres canterano es muy probable que todo o casi todo el mundo te apoye, defienda y reivindique tu titularidad, pero si no lo eres es posible que se dude de tu fichaje en cada partido. Cuando eres un tío joven y llegas al Madrid, donde tienes que rendir sí o sí y demostrar que tu fichaje sí ha sido un acierto (porque muy probablemente se esté cuestionando seas quien seas) quieres, incluso necesitas, que públicamente se reconozca tu trabajo y tu esfuerzo. Isco se merece que su afición le reconozca su trabajo y también se merece que se le reconozca desde dentro de su equipo. A mí me gustan los futbolistas que apoyan a sus compañeros, que reconocen su trabajo y que los hacen grandes, no pequeños.  

Y que no me cuenten cuentos, que el halago no debilita. Y quizás la falta de apoyo sí.

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