Post-Morroñismo


En un Madrid de "etiqueta", de viajes a Londres sin billete de vuelta, de sacos repletos de pertenencias a grupos peyorativos y de gurús que nos imponen, desde fuera de la perspectiva blanca, los mandamientos que deben regir nuestro amado club, me autodefino para evitar que alguien o "alguienes" me cataloguen de manera incorrecta.

Madridista, si, a mi manera (eso ya lo contaré en otra ocasión), pero también [post] mourinhista. Ahora trataré de definir mi [post] mourinhismo, os contaré como siento que se deben de seguir los mandamientos impuestos por el anterior entrenador. Bueno, una ligera matización, José Mourinho no inventó nada, solo actualizó y modernizó una filosofía de club que un día nos hizo grandes.

Una filosofía que un día impuso nuestro PRESIDENTE, Don Santiago Bernabeu de Yeste. Una filosofía que comenzó a forjar una leyenda que nos ha llevado a ser el Club más importante del mundo. Si estamos aquí, si somos lo que somos y si seguiremos siendo por muchos siglos los más grandes se lo debemos a los fuertes cimientos nuestro presidente nos enseñó.

¿Y entonces Mourinho? A mi me gusta decir que el mourinhismo es un bernabeuismo revisado y modernizado. Un bernabeuismo 2.0 y que se basta en unos claros principios de meritocracia, del escudo por encima de todo y del "señorío es morir en el campo", o, como diría el gran Darkko, "¿señorío? ¡Mis cojones!".

Keep calm bitches!

Aquí el bienquedismo no tiene sitio, aquí el mojabraguismo tampoco. Este mojabraguismo incluye a las viudas de Mou que siguen con fervor cada minuto que juega el Chelsea F.C. ¿Qué os ha dado ese equipo?. Me sorprende sobremanera que la idolatría del personaje supere con creces, y en muchas ocasiones a la filosofía rescatada por el mismo. Nuestro entrenador, ahora mismo, es Carlo Ancelotti. Y con el a muerte.

Si algo, poco, he aprendido en mis años como madridista, y sobre todo a raíz del paso de Mourinho, es que el equipo está por encima de las individualidades. Dejemos de pensar que el entrenador no hace los cambios cuando nosotros queremos, que no usa un 4-4-2 o un 4-3-3, que no juega tal o cual, y fijémonos en lo más importante, en los jugadores. Estos jugadores que un día decidieron que "no les gustaba" el anterior entrenador y que querían algo más laxo. Ya lo tienen. Y tras un año repleto de éxitos (porque en ellos recaería el peso del fracaso, sin la manida excusa del entrenador) parece que, de nuevo, toca señalar al de siempre, al del banquillo.

No nos equivoquemos sobre donde hay que poner la lupa de la exigencia, el entrenador, entrena, pero los que juegan son los jugadores (obvio), los que ganaron 23 partidos seguidos, los que llevan dos meses bajando los brazos. Los que se llevarán la gloria y los que se librarán del fracaso, porque antes estuvo Mou y ahora está Carlo. No quiero decir que el entrenador no tenga responsabilidad alguna, pero repartamos proporcionalmente las culpas entre una plantilla de más de 20 jugadores.

Esto es lo que pienso, la meritocracia por encima de todo, la crítica cuando se deba, y a quien sea. El pasado no sirve para justificar el futuro, que jueguen los que lo merezcan, que renueven los que lo merezcan. Que la exigencia sea máxima sobre aquellos qué más nos pueden ofrecer y que la crítica sea igual de dura con ellos que los halagos. Y no olvidéis nunca de defender al equipo, se llame como se llame, porque serán unos hijos de puta en ocasiones, pero son NUESTROS HIJOS DE PUTA.

@padelkass

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