Ya vuelvo a estar con ustedes.Me fui en modo dios y vuelvo mirando al suelo y con una única intención, que mis cordones me entretengan.El 2014 se tenía que marchar tarde o temprano. La despedida fue maravillosa. Abrazo mágico y risas, muchas risas. Tal y como se cerraron las puertas del ascensor, el 2015 apareció por las escaleras. Mi primera sorpresa fue verle sin ningún síntoma de cansancio tras subir hasta el ático, planta en el que llevábamos todo el año viviendo. Compramos ese piso porque todo lo demás se nos quedaba pequeño. Me ve y en lugar de saludarme educadamente, me da un golpecito en la espalda en el que se podía leer entre líneas 'Acabo de llegar a tu casa pero mando yo'.
Ya todos conocen aquello de la primera impresión. En pocos segundos subrayas o tachas a la persona que se te pone delante. Y en este caso, el 2015 nos ha tachado y ha marcado bien la cruz para que permanezca el mayor tiempo posible.
Seamos sinceros, le recibimos en calzoncillos y con una camiseta de tirantes en la que se podía leer 'Abirras' con cervezas sustituyendo a las barras tan características de la prestigiosa marca deportiva.
Por lo tanto, en pocos segundos, merecimos que nos pintaron una
cruz que ha provocado que los dos primeros partidos de nuestro equipo se hayan saldado con derrotas y un tanto dolorosas.
Salimos a Mestalla con traje y corbata cuando era día de pantalón arremangado y, esta vez sí, camiseta de tirantes. No sé si fue el pasillo pero los futbolistas salieron sosegados, pensando que el objetivo que les apuntaba en el ojo derecho no era de una escopeta sino de la cámara de una aficionada que quería subir su foto a Instagram. Evidentemente, ese estado de relajación en el tapete se traduce en un resultado adverso y un viaje de vuelta corto que se hizo muy largo.
Cierto es que si hay un campo en el que se podían perder puntos es Mestalla. Pero como decimos siempre, cuando faltan aspectos tan esenciales la derrota molesta mucho más.
Lunes mal, martes regular y miércoles bien. Con el paso de los días el malestar, que es efímero, va desapareciendo. La ilusión y las ganas por hacer un buen papel en el Calderón también ayudaron a meter en el cajón del olvido la derrota en Liga.
Llega el día y el partido comienza con un dominio apabullante del Real Madrid sobre el cuero. Poco incisivo pero todo bajo control. Con ese monopolio futbolístico y con una pizca de profundidad llegó un córner en el que Ramos casi lo vuelve a hacer. Pero eso fue todo, nada más. Comienza la segunda mitad y algo nos sorprende. Ramos sale con una camiseta con el número 4 habitual pero, en lugar de llevar estampado su nombre, lleva puesto la palabra inocencia. Lo que pensamos que era una anécdota se acabó convirtiendo en la piedra que nos hizo tropezar. Minuto 58 y el de Camas decide abrazar apasionadamente a Raúl García. El colegiado lo ve y les señala el punto de penalti. No para que se vayan a abrazar ahí sino para que el Atlético de Madrid encarrile, ligeramente, la eliminatoria.
Para mas inri los colchoneros nos noquean poco después como más les gusta, a balón parado.
Si quieren seguir vivos en la Copa del Rey necesitan hacer tres tantos y si quiero volver a estar en modo dios, necesito que lo hagan.
Un abrazo a todos y...¡Hala Madrid!.
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