Parece que el cuento no acaba. Todo empezó cuando la FIFA empezó a investigar a la idílica Tierra Prometida del cuidado de los niños: el Barça, y más concretamente, la Masía. Esta bucólica Arcadia, donde los jóvenes crecían sanos y felices, resulta que realizaba prácticas más cercanas al cómic "Stock de Coque" (Tintín nº 19) que al maravilloso cuento de "Peter Pan".
No contentos con vulnerar fragantamente la normativa en materia de menores, el club de la Ciudad Condal, al ser interpelado por el máximo ente rector del fútbol mundial, no sólo negó su proceder, sino que lo confirmó orgulloso. Después de campañas mediáticas encabezadas por el aficionado blaugrana y por suletrina mediática ("la Masía no se toca" y demás topicazos que dejaron para rechifla de la parroquia merengue), el 30 de diciembre de 2014, el TAS (máximo organismo de apelación en materia de legislación deportiva) confirmó la sanción impuesta por la FIFA consistente en la prohibición de fichar durante dos períodos.
El Barcelona, poco acostumbrado a sufrir varapalos de las altas instancias, subrepticiamente denunció (o eso dicen las malas lenguas) al Real Madrid por cometer las mismas prácticas, prácticas que, insisto, fueron motivo de orgullo por parte de los denunciantes en su día. Tres horas antes de empezar a escribir estas líneas, el club blanco ha movido ficha, y en un comunicado tan veloz como contundente, desmonta las "conspiranoias" construidas en las calenturientas mentes de nuestros amigos bicolores.
Es triste que, no pudiendo ganar en el campo lo que no han conseguido los últimos cuatro años, lo intenten por otras vías. La actual junta directiva del Barça ha conseguido perder todas las batallas en las que ha luchado en los tres principales frentes que se le podían plantear: en el campo (véase); en los Juzgados (caso Neymar) y en la planificación deportiva (Vermaelen, Douglas...). Lo que es inaceptable es que, conscientes de su propia impotencia, decidan hundir todo el barco, dando igual que no haya causas, pues si no existen, se inventan. De una forma sucia y traidora han pretendido apuñalar por la espalda, intentando torpedear fichajes (Ødegaard), y presentando denuncias que no tienen una pretensión mayor que el mero descrédito. De forma paralela en el tiempo, el Madrid se ha reforzado, siempre con arreglo a la Ley, fichando a los mejores jugadores de la generación más prometedora en años, y ensalzando un modelo de formación que deslumbra como el más eficaz y ético del mundo.
En estos momentos, algunos medios digitales empiezan a hacerse eco de una posible ruptura de relaciones entre ambos clubes. Personalmente, de ser así, lo apoyaría. Hace tiempo que el club catalán traspasó la línea roja que distingue una rivalidad especial de la mayor y más enfermiza de las obsesiones. Bartomeu y compañía se presentan como unos geniales estrategas, pero tras un año ocupando sus cargos, se han revelado como unos pésimos gestores. A veces hay que tomar decisiones tan complicadas como polémicas, pero muchas veces, una infección ha de curarse amputando primero y cauterizando con un hierro al rojo después. Lo digo claramente: si de verdad es el F.C. Barcelona responsable consciente de toda la porquería vertida contra el Real Madrid, lo mejor que puede hacer éste es no tener más tratos con los individuos que ordenaron esta deleznable operación.
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