Sábado 25 de junio de 2016, Gales ha hecho historia. El combinado nacional galés se ha colado entre los ocho mejores de Europa y tendrá una plaza en los cuartos de final. Sí, repito: Gales se ha ganado una plaza en cuartos de final. Resulta curioso el hecho de ver como una nación de poco más de 3 millones de habitantes se ha metido de lleno en la pelea por la Eurocopa. Sí, por conquistar el cetro europeo. Esta selección, de la mano de Chris Coleman, a base de esfuerzo, de pundonor y de solidaridad, ha escrito unas líneas en la historia del fútbol europeo a nivel de selecciones. Desde Hennessey hasta Vokes y Robson-Kanu pasando por Chester, Taylor, Allen, Ramsey, Ledley y cía han formado un bloque envidiable, donde gobierna la máxima de "todos para uno y uno para todos".
Un equipo de verdad, con sus evidentes limitaciones técnicas que son camufladas con suma elegancia en cada batalla. Sí, en cada batalla. Y en este caso el líder de este ejército no es otro que Don Gareth Frank Bale. Sin lugar a dudas. Él es el alma del equipo.
Él es el buque insignia y sobre él recae todo el peso de la selección simplemente porque es el mejor. Remata, asiste, acumula kilómetros como el que más, golea, tira las faltas con una confianza diabólica, se mueve por todo el frente de ataque, ordena, la pide, baja a recibir... En otras palabras; un todoterreno. En ninguna otra selección de élite la influencia de un jugador es mayor que la de Bale y, con tan sólo 26 años, está a un puñado de goles para superar al mítico delantero del Liverpool Ian Rush como máximo goleador de los 'dragones rojos'. Es llamativo ver como actúa un jugador con sus galones en un terreno de juego. Ningún gesto arrogante ni desmedido. Siempre queriendo ayudar y contribuir a la causa. Nunca un mal gesto. Ni un aspaviento, ni un visaje que denote prepotencia. Tiene los pies en el suelo y por más palos que reciba, él siempre estará ahí; con un manto inexorable de pausa, tranquilidad y confianza en sí mismo. La fórmula del éxito. Es preciso recordar la bochornosa campaña mediática, execrable como ella sola, encabezada por ciertos medios deportivos que se cebó con Bale y que le atizó con más fuerza nada más aterrizar en Valdebebas. Pero que también arremetió con fuerza en los meses de enero y febrero de 2015, y sin ir más lejos en el mismo Santiago Bernabéu; cuando hace casi un año fue pitado con crueldad en un amistoso veraniego contra el Galatasaray. 10 meses después está mejor colocado que ninguno para ganar el Balón de Oro y el piperío y la prostitución intelectual en su sitio. Todo en orden. En tiempos como los de ahora, en el que el madridismo es tan castigado y más aún su defensa a ultranza, motiva sobremanera que un jugador merengue reparta tanta clase y elegancia en un torneo de estas características. Ojalá Gales repita la proeza de la Grecia que dejó ojiplática y ensimismada a Europa en 2004 de los Karagounis, Katsouranis, Charisteas, Zagorakis y cía, con un juego rudimentario y primitivo basado en el fútbol directo.
Bastantes similitudes tienen sí, y las posibilidades de repetirla aumentan cada minuto que pasa. Sería sencillamente espectacular. No hay nada escrito. Y teniendo a un tipo como Bale todo es más fácil, sin duda.
Con todos ustedes, míster Bale.
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