Le han faltado
horas a los días para soportar lo que hemos vivido en las últimas semanas. Veinticuatro horas no nos alcanzaron para catar a gusto y
al completo el menú que nos ofrecía una Copa Centenaria y otra Europea, al
mismo tiempo. Los días se nos hicieron cortos y pasaron volando, al menos ese
es el sabor que nos quedó en el paladar mientras nos bebimos una copa y degustamos
otra.
Entre copa y
copa, hemos terminado ebrios. Lo mismo nos daba bebernos un Brasil-Haití, un
Jamaica-Venezuela, o un Chile-México, de la peor cosecha, que un Portugal-Islandia
(Reserva Especial), Bélgica-Hungría (Gran Reserva) o un Italia-España (Clásico
-Château del Marqués, añejo-), poco nos ha importado la calidad de la bebida y
al final hemos terminado como unos malditos beodos rodando por el suelo igual
que el balón al que no perdemos de vista. ¡Gracias USA-Colombia! ¡Gracias Francia-Rumanía,
con ustedes, empezó todo!
Por fortuna ya
nos bebimos hasta el último sorbo de la Copa América Centenario, una copa sin
mucha relevancia y paupérrimo nivel (salvo contadas selecciones), “diseñada peligrosamente
para que la Argentina de Messi al fin ganara algo,” pero al final hicieron lo
mismo de siempre: perder. Es hasta enigmático que un equipo tan completo y
superior en todas sus líneas al resto de las selecciones de la región, haya dejado
escapar en tres años, más finales que el Atleti.
Después de
tantas finales perdidas, ya podemos decir que el fútbol le debe una Copa
América a la Argentina de Messi ¿o eso solo aplica para el Atleti? Como quiera
que sea, lo sucedido otra vez con Argentina no deja de ser una calamidad. Algo
muy insólito si consideramos que para esa selección juega “D10S,” “el genio del fútbol,” “el mejor jugador de la historia,” “un ser de
otro planeta”, entre otras exageraciones más.
Es que para ser
D10S, genio y extraterrestre, se le ve bastante normalito con su selección,
salvo con Panamá y Venezuela que goleó a placer, y los culés enloquecieron con
esto, porque mientras su ídolo brillaba ante estas superpotencias
futbolísticas, Cristiano iba de empate en empate ante Islandia, Austria y
Hungría, y encima errando un penal. Todo era risa, diversión y burlas desde
aquellos empates y el penal fallado por Cristiano Ronaldo, hasta que llegó la final
de la Copa América Centenario y su fatídica tanda de penales.
Debo reconocer
que a diferencia de otras finales con su selección, Messi arrancó bien, con
ganas de comerse la cancha, a Chile y al mundo. Sin duda, la mejor versión de
Messi en una final con la Albiceleste, pero a los pocos minutos, “el genio del
fútbol” se fue desdibujando hasta desvanecerse por completo en la tanda de
penales cuando pateó el balón y lo mandó a una dimensión desconocida; y pensar
que los culés y demás antimadridistas, se mofaron de Cristiano por errar desde
los once metros ante Austria, una semana después, al “Mesías” le ocurre lo
mismo, pero en una final, que es mucho peor. De igual manera, llevaban casi un
mes restándole crédito a Cristiano por haber marcado el penal decisivo en la
final de la champions. Tan fácil no debe ser marcar de penal, cuando “el D10S
del fútbol,” los falla uno tras otro. Otra lección para los culés… otra más que
caerá en saco roto, porque ellos no aprenden ni a palos.
No habíamos terminado
de digerir el último sorbo de la Copa América Centenario, ni Messi había
terminado de consolidarse como el mejor subcampeón de todos los tiempos, cuando
de inmediato iniciaron con la enternecedora y al mismo tiempo patética campaña
en pro de Messi, luego que él anunciara su retiro de la Selección de Argentina.
Al diablo con aquello de que el capitán es el último en abandonar el barco, yo
soy Messi y nací para ser el número uno en todo, y por eso soy el primero en
zarpar. Al poco rato otros más siguieron sus pasos. Yo, que no tengo un pelo de
Messista, me importa poco o nada la suerte de Messi, pero sí la de la
Albiceleste y su hinchada, que ya bastante han tenido que sufrir los rigores de
tantas derrotas como para que también tengan que bregar con la renuncia de
varios de sus jugadores. Si algo de respeto y consideración tienen estos
jugadores por su hinchada, lo menos que pueden hacer es recapacitar y olvidarse
de esa estúpida idea.
Por otro lado, es
deleznable, ruin e irresponsable, lo fácil que es para los periodistas y
comentaristas criticar a Cristiano, cuestionarle por cada cosa que haga dentro
o fuera de la cancha y machacarle sin piedad, y lo difícil que se les hace
medir a Messi con la misma vara. Es que a Messi no se atreven ni a medirle su estatura,
que por cierto, la consiguió a base de fármacos creados por seres de este
planeta y que le ha venido de pelos a él, que es “extraterrestre,” para que
luego no diga él, allá en su planeta, que no hay vida inteligente en la tierra.
¿Se imaginan si hubiese sido Cristiano quien le dijera adiós a su selección? De
persona débil, sin liderazgo, fracasado y poco comprometido con su país,
estaría el mayor rango de opiniones. A uno le tocan con el pétalo de una rosa,
al otro, con el látigo del desprecio.
Discurriendo un
poco más el asunto, se imaginan como estarían las cosas si Cristiano Ronaldo se
hubiese inyectado hormonas de crecimiento, cometiera fraude fiscal, constituyera
sociedades Off Shore en Panamá y perdiera cuatro finales con su selección?
Seguro ya le habrían prohibido jugar al fútbol, estaría preso o en el mejor de
los casos, desterrado de Europa y forzado a vivir oculto en una isla del
Archipiélago de San Blas. Solo hay que ver el lío que formaron por las
declaraciones que dio después del juego con Islandia, o el incidente que
inventaron con Aron Gunnarsson -que el propio Gunnarsson desmintió- o el show
que montaron con el micrófono del reportero que fue a parar al lago, cuando
claramente se ve en el video que la mano de Cristiano se encontró con el
micrófono y accidentalmente ese aparato cayó en el lago (si fuese culé, seguro
se me ocurriría una excusa mejor).
Retomando el
tema, la Copa América Centenario no solo le ha dejado una resaca tremenda a los
Messiliebers, sino también la tarea de promover una campaña para justificarlo y
magnificarlo hasta en la derrota. Rápidamente pasaron del “Messi lleva a
Argentina a otra final, ” y “La Argentina de Messi” a cosas como: “Argentina no
es solo Messi,” “él no puede hacer todo solo,” “nadie lo acompaña,” “cualquiera
puede fallar un penal,” “Pipita y Biglia también fallaron…” A ver, permítame y
le explico, es cierto que Pipita otra vez se comió un gol y Biglia también falló
su penal, pero la diferencia es que ellos no tienen cinco balones de oro,
tampoco son considerados los mejores del mundo, ni los genios del fútbol, ni
D10S, ni de otro planeta ni nada por el estilo. Otro grupo ha dicho que “sin
Messi ni siquiera hubiéramos llegado a la final,” pues no sé ustedes, pero yo
vi a Argentina ganarle con solvencia a Chile, y sin Messi en la cancha, pero
con un Ángel Di María, desequilibrante, llevándose a cuanto chileno encontraba
a su paso, marcando y asintiendo a placer en 90´, cosa que no fue capaz de
hacer Messi en 120´. Las cosas como son y en su justa dimensión. Una pena que
al Fideo, al igual que a Bale, lo persiga la tenebrosa sombra de las lesiones.
Lo cierto es que
mientras los antimadridistas siguen con la descomunal resaca que les ha dejado
la derrota de Messi con su Selección y su paradójica renuncia que los ha puesto
de cabeza y también de rodillas ante su D10S al que no han parado de suplicarle
que se quede; #NoTeVayasLio, dicen los mismos que hace un tiempo crearon la
etiqueta #MessiPechoFrío, hasta parece un chiste; mientras todo eso transcurre,
los madridistas seguimos deleitándonos con el dulce sabor que nos ha dejado coronarnos
como reyes y campeones de la Copa de Europa por Undécima vez.
Entre una copa y
otra, he visto muchos partidos de fútbol, sin embargo, ninguno me genera la
emoción y el sentimiento que me asalta cuando juega el Real Madrid, también he gritado
muchos goles y golazos, pero por más espectaculares que sean, no me desatan la
locura que me provoca un gol blanco. Es cierto que todos amamos nuestra
selección nacional y sentimos orgullo de ella tanto en las victorias como en
las derrotas, más que todo por un sentido de pertenencia y por el patriotismo
que corre en nuestras venas; cosa distinta sucede con el Real Madrid, es un sentimiento
que supera cualquier arraigo territorial, está por encima de nuestra
nacionalidad, por encima del bien y del mal, de lo mundano y sobrenatural, de
la lógica y la razón; en fin, es un sentimiento inverosímil para muchos y que solo
quienes lo comparten, lo entienden.
Nos podrán saturar
con mucha Copa América y Eurocopa, pero esto sin el Real Madrid no es lo mismo.
He llegado incluso, durante algunos partidos, a alucinar y a suponer cosas: que
si Keylor Navas hubiera volado y sacado ese balón, que incluso podría desviarlo
hasta con la mirada; que Bale hubiera hecho esto y Cristiano aquello; que a
Sergio y Pepe le sacan tarjeta por faltas menos graves; que con Casemiro no
pasaría tal cosa y que con un Lukita allí, todo sería más fácil… y en esas
ando, porque más enferma de madridismo no puedo estar.
Que el mundo
siga disfrutando del exquisito menú que nos brinda la Euro. ¡Que siga la fiesta
del fútbol! El Real Madrid invita las copas, que para eso le sobran. ¡Hala
Madrid, meritocráticos!
@Estela_Estrada
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