Explosión


¿Os imagináis una explosión mundial? ¿Una en la que la bilis consuma a todos aquellos que se crean por encima del bien y del mal; creadores de lo inventado antes si quiera que sus padres pensaran en concebirlos; un torrente de bilis que se convierta en su propia medicina…? Por supuesto dejamos a un lado la que tienen en mente algunos partidos políticos y sus coaliciones.

No pude encontrar una foto más adecuada que la del post de hoy como expresión gráfica de… «Contra todo y contra todos».

Llevamos escuchando —incluso pronunciando— que la liga estaba perdida desde finales de año; si bien desde verano prensa y aficionados se hacían eco de una de las míticas frases del cholismo; esa liga peligrosamente preparada (aunque aún no sé muy bien para quién). No caeré en el error de recordar los penaltis inexistentes pitados a favor del atlético, las faltas tejidas en despachos y el fairplay enterrado en el olvido cuando de algunos colores se trata. Pero nosotros  somos el RM y hemos renacido como el Ave Fénix de la mano de un francés que llegó al mundo profesional de entrenadores con un carnet señalado por todos aquellos que no saben respirar nada que no sea envidia.

Envidia es lo que provocamos en aquellos que no saben el significado del manido término humildad, manipulado desde el país pequeñito y las vitrinas escasas de trofeos, comparadas con las nuestras. El fútbol, como la sociedad en sí misma —al menos la nuestra— no es capaz de reconocer el que pueda haber alguien mejor, alguien que sepa hacer bien las cosas o simplemente que trabaje para conseguir la gloria. Gloria que solo es posible a través del trabajo, la constancia y el actuar como uno mismo cree que debe hacerlo y no cómo se lo dicen los demás. ¿Quién mejor que nuestro espartano nos ha demostrado lo que supone seguir esa línea, esa corriente que lleva su nombre en mayúsculas? Quizá sea porque Real Madrid Tv se ha instalado en mi casa y solo veo lo bueno… pero nuestra Historia por mucho que nos quieran convencer de lo contrario, ratifica mis palabras y las de, por supuesto, ÁLVARO ARBELOA.

Como bien dice Zidane, llegado en enero y con números que muchos desearían —con o sin carné—, aún no hemos ganado nada, pero sí hemos callado bocas. Hemos recortado 13 puntos mientras otros jugaban contra diez, se trabajaban las redes sociales y se creían que este año se teñiría de blanco (¡perdón! En blanco); esos que no esperaban que nos convirtiéramos en invictos a domicilio en esta segunda vuelta; esos que veían ficción el poder conseguir 11 victorias consecutivas; esos que no pensaban que nos lleváramos los tres puntos del campo pequeño… Y esto son sólo algunos matices de lo que la prensa oculta e incluso algunos madridistas le restan importancia porque su planteamiento es la crítica a todo aquello que se aleje de lo que es realmente el fútbol: juego, victorias, sensaciones y sentimiento. Sobre todo, sentimiento.

Ganamos al Valencia (antimadridistas reconocidos, así como equipo inestable) por mucho que se lea y escuche que nos podían haber caído cinco; nuestro portero no cuenta, ni la perfecta primera parte que realizó el quipo. ¡Bueno! Olvido que igual hay que saber algo de fútbol para percibir el trabajo que realizó el RM en esos primeros cuarenta y cinco minutos. Por desgracia para algunos, los tres puntos se quedaron en casa. No voy a intentar convencer a nadie de que ganaremos la liga, no depende de nosotros, solo nos queda hacer nuestro trabajo y pensar en el día que cualquier madridista de bien sueña al comienzo de la temporada, está cercano. Una pena que sea contra nuestros vecinos, que todos aquellos que hablan de fútbol sin saber —o solo lo justo— comiencen a exponer sus verdades absolutas como la de que el atlético ya se lo merece. ¿Acaso no hablan de todos aquellos semifinalistas de la Champions a lo largo de la historia? Creo recordar que nuestros vecinos no han estado en muchas… ¿Desconocen que no vale quien participa sino quién mete más goles? Para variar creen que solo meter importa, pero las pullas antes del partido no suben al marcador; conviene recordárselo a algunos. Y por supuesto, el partido no acaba en el minuto noventa, sino cuando lo pite el árbitro.

Se mire por donde se mire, será difícil salir a la calle, en mi caso a escasos metros del Vicente Calderón; escuchar la radio; dará igual emisora deportiva o musical; o leer panfletos, revistas o papel que caiga en nuestras manos. Nos queda demostrar quienes somos, lo que nos diferencia de ellos y saber que pase lo que pase: nuestra Historia no se manipula, solo puede admirarse. El 29 de mayo, explotará el mundo si hemos levantado la undécima y de no hacerlo, seguiremos siendo los reyes de Europa.

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