Y ahora, ¿qué?


En los últimos días hemos asistido atónitos a la sanción impuesta por el máximo organismo rector del fútbol mundial a los dos principales clubs de la capital de España, prohibiéndoles fichar durante los dos próximos mercados de fichajes.

En el caso del Real Madrid, así como tuve que mostrar mi acuerdo con el castigo establecido en el "caso Cheryshev", creo que en este caso el club tiene motivos legales para que el aficionado conserve la esperanza. No voy a realizar un detallado análisis jurídico de los mencionados motivos, ya que no es el objetivo de este artículo, pero pido al lector, parafraseando a Cristiano (o a Mourinho, o a Coentrao, que a estas alturas no sé a qué portugués pertenece la cita original): seamos "confiantesh".

Ahora, le toca mover pieza al club blanco, y ello trae consigo actuar en diversas facetas. La primera de ellas, en el campo jurídico, planteando un recurso serio y enérgico que desmonte una a una las extrañas razones que esgrime el órgano controlado actualmente por Villar. A la vista de la intervención en rueda de prensa del Director General, Jose Ángel Sánchez, no dudo que el Madrid vaya a cumplir sobradamente esta tarea. En el caso de una posible "absolución" (y quiero hacer énfasis en la palabra "posible"), hemos de estar preparados para la habitual lista de calumnias y mentiras que vendrán de los de siempre. Por ello, quizás sea necesario comparar el caso de nuestro club con el del Barcelona. El Real Madrid fue notificado en 2015 de que se estaba realizando una investigación en su contra por una serie de supuestas irregularidades referidas a la presencia, permanencia e inscripción de una serie de canteranos, procediendo aquél a sacar un impecable comunicado en el que desmontaba una a una las acusaciones de la FIFA, mientras probaba documentalmente el estado conforme a la normativa de los jóvenes cuestionados. Por otro lado, el club azulgrana, mientras fue investigado, no sólo no negó las acusaciones, sino que las reconoció, basando su línea de defensa en los habituales eslóganes "Más que un Club", "la Masía tiene un color especial", etc; y en pedir una excepción para que la norma no se les aplicara a ellos. Creo que no hay que ser jurista para darse cuenta de la tremenda barbaridad que supone una petición como esa. Por lo tanto, insisto en que hay motivos para mantener la esperanza.

Pero pongámonos en el peor de los supuestos: el Madrid es sancionado y no tiene derecho ni a una cautelar. Eso nos dejaría con un par de semanas, a fecha de redacción de este artículo, para realizar las labores de planificación deportiva de año y medio. No por demérito del Real Madrid, sino por la suma complejidad de la tarea, se me antoja un imposible, obligándonos a hacer una serie de fichajes de medio pelo a precios prohibitivos, tanto por la época del año como por el estado del que hace el pretende la compra del jugador. Además, conllevaría dejar los mandos del equipo a una serie de jugadores inoperantes e inapetentes, que han mostrado un compromiso mucho mayor por el dinero en sí mismo que por aquel que les paga.

Situación especial es la de Cristiano Ronaldo. Ya dije en su día que prefiero no mojarme sobre su posible venta, y que a final de temporada habría de tomarse una decisión, pero la posibilidad de perder uno de los mayores activos de la entidad va a hacer que conservarlo vaya a resultar económicamente complejo. Hay que recordar que Cristiano acaba contrato en 2018, lo que le habilita para negociar y firmar con otro club durante 2017, en virtud de la sentencia Bosman (para los interesados, STJCE 15-12-95). Es evidente que el portugués es consciente de esta situación, y va a plantear fuertes requisitos remuneratorios cara a su renovación, más sabiendo que no hay un sustituto posible desde el punto de vista monetario.

A modo de conclusión, no quiero olvidarme de la FIFA. Hace mucho tiempo que su lema, "Por el juego. Por el mundo" quedó en agua de borrajas, llevando a despropósitos como los Mundiales de Corea y Japón; Brasil y Qatar, y una gran cantidad de miembros de su dirección en prisión. Quizás esperar que esta institución haga de forma correcta su trabajo sea como esperar el monzón en el desierto de Mojave, pero por desgracia, no tenemos otra opción. Esperar, confiar y creer.

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