Don´t look back in anger


Hay que reconocer que,en esta ruleta rusa emocional que ha sido el Madrid durante toda la temporada,esta vez ha salido cara.Bien sea por pura casualidad o porque realmente Zidane comienza a dejar signos de buen entrenador,lo cierto es que la película llega a su tramo final con los buenos habiendo recobrado el aliento,los malos dejando bien a las claras la ignominia de su estilo y las espadas en alto cuando el combate parecía perdido por k.o. técnico.En esta lenta y a ratos dolorosa recuperación de identidad,el equipo blanco ha sabido medir los tiempos de tal modo que hasta los cantares épicos y las noches de magia vuelven a dejar regusto en el paladar.Ya tocaba.

La visita al Etihad Stadium, más allá de un resultado esperanzador, deja multitud de sensaciones positivas, lo que no es poco viniendo de donde se viene. Si en otros tiempos las visitas a la gris Manchester eran sinónimo de jugadas de museo y exhibiciones de unos excesos estéticos propios de aquellos años en los que vivimos peligrosamente, el partido del martes viene a corroborar la idea de un equipo más terrenal, un yerno menos guapo pero mucho más formal. En la senda de los recientes choques contra Barcelona, Wolfsburgo y Villarreal, y en contraposición a lo que podría esperarse de una plantilla tan tendente a la dispersión, este Madrid apuesta por controlar el riesgo y hacer de la guerrilla un estilo de vida. En este aspecto, el hombre clave es sin duda un Casemiro que ha debido pensar que, a falta de sentido colectivo, la colectividad sería él. No es casualidad que el escasísimo peligro citizen viniese precedido de manera casi exclusiva por errores en la salida de balón y algún riesgo innecesario reminiscente de los viejos vicios, pero más allá de eso, el sentir general fue de control casi total de la situación. Esto, que hasta hace muy poco debiera ser motivo de preocupación, es hoy una señal esperanzadora: mientras que el City parece depender exclusivamente de la capacidad del Madrid para inmolarse, éste demostró disponer de armas defensivas y ofensivas para maniatar y desarbolar al otro equipo de Manchester. No es de extrañar, por tanto, que el equipo blanco prefiriese jugar un partido inteligente antes que brillante, denotando que esta vez se venía con la lección aprendida y la intensidad activada, sin que esto sirva de precedente pero ojala sentándolo.

El pitido final no dejó de ser un alivio para ambos contendientes, en el caso de los locales por salir vivos de un partido que se les hizo bastante largo y por el reposo emocional que le supone al Madrid afrontar la vuelta dependiendo de su fútbol, y no de invocaciones ni llamadas al esoterismo. Quizá sea un signo de los nuevos tiempos: a pesar de los múltiples errores cometidos a lo largo del año, y por muchos momentos bochornosos que el aficionado blanco haya tenido que sufrir hasta llegar aquí, todo se olvida cuando en los meses de mayo se afronta la posibilidad de volver a reinar en Europa. Y es que como decía la inolvidable canción interpretada por el otrora genial Noel Gallagher, presente en la grada, probablemente sea mejor disfrutar del verano que florece que mirar atrás con rabia.

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