A veces no hay nada mejor que algo suceda al revés de como deseamos. Es en esos momentos de adversidad cuando realmente nos damos cuenta de quiénes somos y de dónde venimos. Cuando la vida nos sonríe no analizamos qué hemos hecho bien, ni qué hemos hecho mal, simplemente disfrutamos del momento.
Decía Arbeloa al entrar al vestuario tras lograr la hazaña “¿Os habéis divertido?” en alusión a la frase pronunciada por Máximo Décimo Meridio en la película “Gladiator”. Y es que, del mismo modo, si bien el general ya contaba con la admiración de todos cuando lideraba al ejército romano, fue en los peores momentos cuando quedó finalmente expuesta toda su grandeza. El Real Madrid se encontraba en la misma situación. Ambos acababan de lograr una victoria importante contra sus grandes rivales: Máximo había derrotado a las tribus germanas y el Real Madrid al Barcelona en el Camp Nou. Sin embargo, la alegría no les duró mucho, ya que a uno le traicionaron por envidia y otros no estuvieron a la altura de las circunstancias en la primera batalla. Todo parecía venirse abajo. El camino estuvo lleno de problemas inesperados e injustos. Cómodo hizo todas las jugarretas posibles para derrotar a Máximo y al Madrid no le pitaron un penalti a Bale, para poco después regalarle uno al Wolfsburgo tras el tropezón de Schürrle. Sin embargo, las grandes hazañas nunca vienen precedidas de excusas. Ambos se pusieron manos a la obra y comenzaron a preparar la batalla en silencio, únicamente con trabajo.
Llegó el momento. Mientras a Máximo lo aclamaban las masas al grito de “Hispano”, los madridistas abarrotaban las cercanías del Bernabéu para recibir al equipo. El primer paso hacia la gloria se había dado. Empieza el combate y ambos sacaron a relucir su orgullo y talento. El general Máximo lidera la victoria en el Coliseo y el comandante Cristiano anota dos goles. Juba y Hagen son los escuderos del legado. Benzema y Carvajal, los del bicho. El público es un clamor. Pero no está todo hecho, el hispanorromano aún debe derrotar a su enemigo y los blancos necesitan un gol más para desempatar. Uno es apuñalado a traición y en el Bernabéu se respira un ambiente de miedo de especular con el marcador una vez empatada la eliminatoria y acabar eliminados como contra el Bayern. Es en los momentos complicados, como decía, cuando se demuestra la superioridad. Los compañeros se animan entre ellos, son como hermanos ya. Utilizando las tácticas y formaciones del legado Zidane, el ágil Keylor aporta seguridad, los guerreros Ramos y Pepe son dos muros infranqueables, Carvajal es un pulmón que recorre todo el campo de batalla, Marcelo utiliza sus habilidades con la espada, Casemiro es el combatiente más luchador, los soldados Modric y Kroos dirigen y ayudan a sus hermanos y los gladiadores Benzema, Bale y Cristiano deciden la pelea. Así, tiran de honor y consiguen la ansiada gloria. Cómodo es asesinado y el máximo goleador de la historia de la Champions vuelve a callar a los que decían que aparecía en los momentos importantes.
Los dos han logrado honrar a quienes tanto lo merecían. Máximo ahora descansa en paz tras vengarse por la cruel muerte de su familia y el Madrid ha hecho enorgullecerse todos los madridistas, Pedro de Felipe y a Juanito. Curiosamente se le honró en la semana que menos se habló del espíritu de Juanito. Como ya decía su hijo Roberto: “sin invocaciones y con grandes victorias”. Puede que fuese gracias a él por lo que no se recurrió al populismo a la hora de recurrir a él como esperanza de la remontada. En los últimos 14 años, se había aludido a él antes del partido, y durante el mismo no se mostraron los valores que él tenía. Es en el campo donde hay que responder y así fue. Quizás Juanito no fue consciente de lo que significaba su alegría incontenida saltando en el momento del cambio. Significa mucho más que eso. Significa incluso mucho más que madridismo verdadero. Y es que “lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad”.
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