Zidane señala el camino


El pasado sábado en el Camp Nou el Real Madrid no sólo ganó a un eterno rival que quedó desencajado,sino que lo hizo fiel a un guión que siempre ha sido sinónimo de vistosidad y eficacia:el juego veloz y de contraataque.

Se  esperaba con la habitual expectación el famoso clásico entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona.Pese a la distancia en la clasificación,bien sabemos que este partido arrastra muchos condicionantes y el habitual morbo por ver quién sale reforzado tras el mismo.Con  el antecedente del 0-4 de la ida que supuso el fin de un Rafael Benítez ya de por sí cuestionado,el equipo de Zinedine Zidane llevaba ya tiempo sin jugar un partido verdaderamente solvente fuera de casa,y la temporada se estaba terminando,con el lastre de verse cada vez más lejos del Barcelona,incluso por detrás del Atlético de Madrid de Simeone.

Y, por fin, llegó el tan ansiado momento en que el Real Madrid recuperase su arma más letal: el juego de contragolpe, eclipsado por esa absurda manía, tan amplificada por la prensa del ramo, de enaltecer hasta la náusea el juego de toque, aunque haya que dar cuarenta, sesenta o cien toques para lograr un mísero gol o ninguno, como la Selección Española del prejubilado Vicente Del Bosque o,  por desgracia, el propio Real Madrid, donde varios jugadores se han convertido ya desde los tiempos de Ancelotti en expertos en tocar y retener el balón, ralentizando el juego. No por casualidad Isco y James se quedaron en el banquillo sin jugar un minuto…

En un partido muy igualado, el Real Madrid  achuchaba en cada salida del balón ante un Barcelona que no tenía paradójicamente ni el hambre ni la sed de otros partidos; pareciera que intentara ganar por  pura  inercia, una vez constatado que la racha triunfadora se prolongaba más y más en el tiempo. El gol de Piqué pareció anunciar la prolongación de la racha un partido más, pero el Barcelona era una caricatura de sí mismo que no merecía ganar. Así que Benzema, Bale (en este caso anulado de forma injusta, como siempre que se le arbitra al Barcelona) y Cristiano, con un gol soberbio propio del nueve que debe ser en este momento de su carrera, dejaron en nada la ventaja lograda en una jugada de estrategia y a los azulgrana con cara de circunstancias.

El Barcelona había perdido un título, como bien anunciaba la prensa probarcelonista en la  previa, y el Real Madrid festejaba un título según los mismos diarios azulgrana. Para nada: el Real Madrid festejaba haber salido del marasmo de la posesión y haber  vuelto al fútbol veloz, al fútbol efectivo. Al fútbol garra que tan brillantes resultados ofreció en tiempos de Mourinho y que por efecto del ambiente y la dejadez había corroído las estructuras merengues. Y todo con Sergio Ramos, expulsado, en el banquillo. Zinedine Zidane, el técnico de la ilusión, ahora sí que parece haber señalado hacia el camino correcto.

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