Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, clubes de valores antagónicos


El Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona abanderan valores antagónicos, pese a que muchos bien lo ocultan o simplemente lo ignoran.

Se nos viene este próximo fin de semana un nuevo partido del siglo, el clásico entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona. Con los dos equipos entre algodones y más dudas de las previstas en el inicio liguero, no es fácil conjeturar un resultado en un partido ya de por sí imprevisible muchas veces, ajeno a momentos de forma o ciclos victoriosos o derrotistas en ambos conjuntos. 

Sin embargo, lo que sí es una constante en la historia de estos clubes es la encarnación de diferentes valores, que casi se diría que son contravalores los unos de los otros. Una idea que la prensa del régimen ha repetido hasta la saciedad desde hace años; recordemos que cuando José Mourinho entrenó al Real Madrid se dijo con amplia desfachatez que el equipo blanco había perdido sus valores y había dejado de ser un club señor, mientras se aplaudía o incluso jaleaba al antideportivo y mediocre Cholo Simeone, cuyo estilo de juego no se entiende sin las constantes agresiones a los contrarios que realizaba siendo jugador, y que tuvo continuidad cuando recientemente dijo que la actual liga en disputa estaba preparada para que la ganase el Real Madrid. Recordemos al mercenario separatista Pep Guardiola, capaz de ordenar a sus jugadores que formen una tangana con el rival para perder tiempo o de ordenarles que simulen ser lesionados por sus rivales madridistas, por no recordar que llegó a censurar una decisión correcta de un juez de línea que le hizo perder la Copa del Rey de 2011…

Y es que quienes invocan constantemente el señorío y los valores jamás han hecho gala de nada de eso, al igual que quienes conminan a los católicos confesos a seguir las máximas evangélicas jamás las han obedecido, pese a ser bautizados en la fe de Cristo como aquellos a quienes critican. Esta invocación vacía hacia los valores no hace sino demostrar cuán indoctos son los autores de semejantes asertos. No cabe apelar de forma vacua a los valores, puesto que tales “valores” son muy diversos y a veces contradictorios entre sí, de tal manera que no sólo existen valores sino también “contravalores”. Valores que además no se encuentran flotando en el aire, sino ligados a instituciones concretas.

Así, si el Real Madrid ha hecho gala de una visión futbolística “cosmopolita”, preocupándose de conseguir a los mejores futbolistas y entrenadores del mundo sin importar su pasaporte, en el Fútbol Club Barcelona ha abundado un provincianismo extremo, escribiendo su himno en catalán (volviéndose así de espaldas al resto de España que no habla esa lengua; fenómeno también producido en clubes vascos como el Athletic Club de Bilbao, “ejemplo de Euskalerria”) y reclamando un modelo basado en la cantera, que en realidad no es sino un sistema basado en fichar a golpe de talonario a jugadores infantiles o juveniles que destacan en otros clubes. Si el Real Madrid representa un patriotismo español moderado, sin caer en el vicio del patrioterismo (achacable a la prensa deportiva española), el Fútbol Club Barcelona representa la desafección a España, e incluso la sedición y el separatismo al permitir en el Camp Nou actos de homenaje a los “Países Catalanes” y hacerse solidario a lo largo de su historia de abucheos al Himno Nacional Español y al Rey de España; incluso jugadores como Xavi Hernández, Gerard, Piqué o Guardiola se han hecho solidarios de estas ideas sediciosas y antiespañolas en más de una ocasión. Unos contravalores azulgrana que encontraron su réplica sin embargo en la Final de la Copa del Rey que jugaron Sevilla y Atlético de Madrid en el año 2010, cuyas aficiones llenaron el Camp Nou de banderas españolas y de sano patriotismo al escucharse el Himno Nacional Español.

Además, si el Real Madrid ha hecho gala de un saber perder exquisito, no sólo tolerando que se celebrase la consecución de una liga por parte de su eterno rival en el Santiago Bernabéu, sino incluso aplaudiendo la grada el brillante juego rival (como en el 0-3 de la temporada 2005-2006 o el 2-6 de la 2008-2009 que sentenció la primera liga de la era Guardiola), los barcelonistas han sido incapaces de reconocer los méritos ajenos e incluso han evitado con malos modos la celebración de un rival, como sucedió en la temporada 2009-2010, cuando el Inter de Milán entrenado entonces por Mourinho no pudo celebrar en el Camp Nou su pase a la final de la Liga de Campeones porque jugadores como Víctor Valdés se lo impidieron, y porque el propio club ordenó poner en marcha el riego por aspersión del césped para espantar a los interistas.

Por lo tanto, el clásico que tendrá lugar el próximo 21 de Noviembre es algo más que un partido de fútbol a secas (si es que tiene sentido decir eso de cualquier disputa balompédica). Es la confrontación de dos instituciones portadoras de valores antagónicos, máxime ahora que las amenazas a la identidad y la unidad de la Nación Española se acrecientan por momentos. Máxime ahora que, una vez destrozada la victoriosa Selección Española por el resentido Marqués del Bosque, los azulgrana ya no pueden presumir de ser el grueso de nuestro combinado nacional… 

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