Apátrida



Los responsables de Meritocracia me han invitado a colaborar con ellos, pero eso ya lo habrán deducido ustedes si me están leyendo. Antes, una pequeñísima presentación. Soy uno de tantos nicks que pululan por las redes sociales, es decir, uno más. Soy, como todos ustedes, un simple aficionado del Real Madrid. No soy socio, aunque sí he estado unas cuantas veces en el estadio Santiago Bernabéu. ¡Ah! Y vivo en Madrid, es decir, conozco toda la fauna madridista en vivo y en directo. Soy uno de esos con los que cualquiera de ustedes habrá compartido asiento en el autobús de todas las mañanas camino del trabajo. Uno de esos con los que siempre coincide a la hora de tomar el café mañanero. No soy famoso, no soy periodista y mi sustento y mi profesión no tienen nada qué ver ni con el fútbol ni con la escritura. Antes les decía que soy aficionado del Madrid, pero de eso estoy cada vez menos seguro ya que, en realidad, mi perfil de aficionado madridista no tiene encaje en ningún grupo, familia, banda, secta, peña o grupúsculo que conforman la peculiar afición madridista. Ese es el motivo por el que he titulado mi debut con calificativo de Apátrida (aclaro: en lo futbolístico). Y si me lo permiten, se lo explico.

Soy benitista, y antes fui pellegrinista, capelista, mourinhista y ancelotista. De los que se fueron no tengo un recuerdo desagradable, excepto del último año de Carleto. El año en el que la ceja italiana prefirió pactar la paz de Chamberlain esperando que ocurriera un nuevo milagro 92:48. Su cobardía fue su pecado. Y recibió su merecido. No obstante, he de aclarar que ninguno de los entrenadores aludidos, excepto Mourinho, me ilusionaba especialmente al momento de su contratación. Pero el Madrid los contrató.  Así pues, siempre se me presentaba una disyuntiva cuando por la T4 veía aparecer la figura de un nuevo entrenador. Truco o trato. Susto o trato. Y siempre elegí trato. Al menos mientras el entrenador de turno ejerciera de tal y no de gestor de vestuarios (eufemismo que enmascara la figura de un coleguilla de cañas, un compadre). Sorpresas te da la vida y donde menos te los esperas, salta la liebre. Las cosas que hubo que escuchar de algunos expertos del básquet hace unos años cuando Laso aterrizó en el Madrid. Pero como estos expertos eran (son) cuatro gatos y el básquet interesa la décima parte que el fútbol, Laso pudo trabajar con relativa tranquilidad. Y pasó lo que pasó. El básquet nos dio una lección a todos que no hemos aprendido. Prudencia no es lo mismo que complacencia.  

Los éxitos del basket como resultado de tener paciencia con Laso

Tampoco soy florentinista pero menos aún soy antiflorentinista. Traducido lo anterior al castellano, significa que cuando yo mismo, en mi mismidad y no por tercero interpuesto, juzgo que FP hace las cosas bien, le alabo y cuando juzgo que hace las cosas mal, le critico. Porque, estimados/as amigos/as, Florentino se equivoca, sí, sí, se equivoca. Pero, ¡oh!, increíblemente también acierta y hace cosas buenas para el Madrid. Oigan, como casi todas las personas en sus respectivos ámbitos de actuación. No es un ser superior, pero tampoco es el maligno. Y si me apuran, diré que, considerando globalmente sus años en la poltrona, me parece un aceptable presidente. Aprobado raspando. Y prefiero no hacer comparativas con otros anteriores porque entonces tendría que darle una matrícula de honor que no merece de ninguna de las maneras.

No soy mojabragas de ningún jugador y tampoco soy odiador profesional de nadie. Tengo debilidad por aquellos que son puestos en el punto de mira de la prensa dizque deportiva. Así por ejemplo, Gareth Bale o, en su tiempo, Fabio Coentrao. Más aún, si observo (que para eso la madre naturaleza o alguna divinidad conocida o por conocer me han provisto de un cerebro en lugar de un ejemplar del As de la Ouija o del Marca de la Hernia) que no hay motivos para el ensañamiento. Con estos dos jugadores no hubo tiempo ni para darles el beneficio de la duda, ni siquiera les dejaron aterrizar. Pero hay más casos, muchos más y no tienen más que tirar de memoria. Reconocida ésta, mi debilidad, también les aclaro que lo anterior no obsta para que haya crítica cuando la ocasión lo requiere. Por ejemplo, el churri partido que se jugó Bale contra Andorra sin necesidad. 
Bale, su hernia y el culpable de todos los males

Tampoco me parece muy buena idea abroncar a los jugadores o entrenador de tu equipo de fútbol favorito. Menos aún si tenemos en cuenta que muchas veces detrás de esas broncas solo hay cerebros repletos de pipas e ingestas masivas de editoriales de Fredi Relaño o crónicas inextricables de Kalimotxo Segurola. Me niego a hacer causa común con uno solo de esos cerebros. Solo encuentro un motivo justificado para poner de vuelta y media a un jugador y/o entrenador: la vagancia, la falta de entrenamiento, en definitiva, la falta de profesionalidad. Y creo que no hace falta dar nombres de champús para que sepan a qué o quién me refiero.

Cómo fácilmente habrán podido deducir no pertenezco a ninguna de las tribus que tan de moda se han puesto dentro de la masa de aficionados del Madrid, por lo que, como todos ustedes comprenderán, mis comentarios son susceptibles de convertirse en carne de cañón de manera alternativa dependiendo de qué callo esté pisando. Mi presencia activa en twitter tampoco es gran cosa. Es más bien escasa, esporádica y, cuando pululo por los mundos tuiteros, suelo ir más de mirón. Y una de las conclusiones más chocantes que he podido extraer de mi actividad de mirón tuitero es la constatación del ambiente bélico que se vive entre las distintas sectas o bandas de la poliédrica afición madridista. Ambiente más agresivo, si cabe, que el que se pudiera  vivir con otras aficiones rivales.  

Si alguien tuviera algún día la infeliz idea de exiliarnos a todos los aficionados madridistas a una isla desierta, yo creo que nos terminaríamos matando entre nosotros. Están los casillistas que odian a todo aquel que no ose venerar al ídolo, odian especialmente al Maligno Flóper y, curiosamente, también odian a Bale, supongo que por aquello de ser un fichaje de Flóper; están los mourinhistas con pedigrí, odian a Benitez y a todos los que no consideran que solo existe un único y entrenador verdadero, lo cual me excluye porque, como les he dicho antes, yo también me considero benitista; están los ronaldistas, que suelen odiar a los que admiran a Bale; están los isquistas, que también odian a los seguidores de Bale; están los ancelotistas que odian a los benitistas, fundamentalmente porque está gordo; están los florentinistas, para quien Florentino es un ser superior; están, cómo no, los antiflorentinistas, para quienes Florentino también es un ser superior pero muy maligno; están los primaveros, quienes son, al parecer, los animadores oficiales y oficialistas del club y que son odiados por muchos, sobre todo por los ultras sur que fueron descabalgados de su grada por Florentino para poner a los primaveros (ni qué decir que estos suelen ser florentinistas, aunque algunos de ellos, en un tiempo  no muy lejano, fueran justo todo lo contrario); están los piperos que tienen la facultad de odiar a todos los jugadores del Madrid, a todos sus entrenadores, al Presidente (sea éste el que sea) y adorar, alternativamente, a cualquier jugador español que milite en algún equipo extranjero, siendo madridistas (o eso dicen ellos) y todo al mismo tiempo. No hace falta que les diga que dicha clasificación no es excluyente. Usted puede ser ancelotista, ronaldista, casillista e isquista o isquista, ronaldista, casillista, antiflorentinista (disfrazado de florentinista) y primavero.

La anterior clasificación puede ser completada a gusto de cada cual. Ya me dirán ustedes si mi perfil admite mi potencial pertenencia a cualquiera de las anteriores bandas/sectas. Pudiera pertenecer a la secta benitista, pero mucho me temo que a día de hoy no hay quorum para formar banda. También pudiera ser considerado como garethbalista, dado que Bale reúne todos los requisitos para ser una de mis debilidades y además le considero un jugador formidable. Les recuerdo que es odiado por casi todos y por el dizque periodismo deportivo casi en pleno (no me pregunten por los motivos de ese odio simiesco, irracional y africano, porque lo desconozco). Pero dado que le critiqué, en su momento, su incomprensible participación full time en aquel remedo de partido ante Andorra, no sé si reúno todos los requisitos. Todo ello al margen de que no sé yo, si es lo más aconsejable pertenecer a una facción del madridismo que es odiada estúpidamente por casi todo el mundo, propios y extraños, que ya es difícil. 

Hace pocos días pude leer una encendida y justa defensa de Cristiano Ronaldo. Todo iba muy bien en el desarrollo de la defensa de este excelente jugador con alusiones a sus indudables e indiscutibles méritos, hasta que al defensor no se le ocurrió mejor cosa que utilizar a Gareth Bale como arma de destrucción masiva contra los que estaban osando criticar a Ronaldo, sin caer en la cuenta de que el Pisuerga no pasa por Tucson, Arizona. Desgraciadamente, queriendo o sin querer, muchos han ido comprando la mercancía mentirosa de que todos los males deportivos del Madrid tienen su origen en Bale, incluyendo la evidente baja forma de Cristiano. Y así, como quien no quiere la cosa, se utiliza a Gareth Bale para hacer exactamente lo mismo que están haciendo los que critican a Ronaldo, entre ellos muchos periodistas cabreados porque el portugués no les habla. Y así, me cabreo porque critican a Ronaldo, pero para defenderle, yo hago lo mismo con Bale. Con dos cojones.

Nuevo objetivo de todas las iras madridistas.

Y yo, queridos/as amigos/as, no termino de entender esa puñetera manía de querer salvar a un jugador a costa de otro. No sé si eso es madridismo o mojabraguismo, pero mucho me temo que está más cerca de lo segundo que de lo primero. No sé qué hay de bueno en hundir, todavía un poco más, a un jugador con un comportamiento intachable. No sé dónde está el beneficio de atizar gratuitamente a un jugador de los tuyos siguiendo, tal vez involuntariamente, los designios del As de la Ouija o del Marca de la Hernia. Hasta ahí llega el cainismo de esta extraña afición que parece sentir más cariño por el ídolo elegido que por ese escudo y esa institución. Una afición a la japonesa. 

Confundimos el culo con las témporas. ¿Por qué no se va a poder criticar a Ronaldo, a Isco, a James, a Benzemá, a Modric, a Ramos o al propio Bale si juegan mal? No solo se puede, sino que se debe. Solo eso, criticar su juego cuando no es bueno, sin más. Sin escarnios, ni ensañamientos, ni detalles de su vida privada. Solo critica futbolística. Y a otra cosa. Pero no, no podemos parar y una vez iniciado el proceso de destrucción, ya no hay vuelta atrás, siguiendo así los designios, como dulces corderitos, de gente tan peculiar como Fredi Relaño o Kalimotxo Segurola.

No aprendemos y sospecho que no aprenderemos nunca. Ya vemos que Bale hace las veces de comodín, que vale lo mismo para un roto que para un descosido, pero no es el único. Le ha llegado el turno a Benítez que está empezando a sufrir el proceso de garethbalización pero en modalidad acelerada. Tampoco le han dado casi tiempo a aterrizar. Está gordo. Critica curiosa viniendo de parte del ancelotismo militante. Carlo, ese entrenador que ganó 1 de 8 ligas en Italia contando con Maldini, Pirlo, el mejor Kaká, Seedorf, el mejor Schevchenko, Rui Costa o Nesta. Carlo, el mismo entrenador que le dio la titularidad en la portería al portero del Oporto. Carlo, que estuvo entre nosotros dos años y se fue sin saber exactamente a qué jugaba el Atleti de Simeone. Sí, ese Carlo. 

Y se acabó. Este ha sido mi debut. Si alguno de ustedes se identifica en las anteriores palabras, estoy abierto a formar parte de una secta, banda o familia. Incluso una peña. Podría llevar el nombre de “Soy aficionado del Madrid…y nada más”. Me pone más el nombre de “Apátridas” pero sospecho que no sería muy bien entendido. Les advierto no obstante de que mi temática favorita no es el fútbol en sí mismo. Ya se percatarán ustedes de que mis humildes artículos tienen el mismo punto de mira en el 98,73% de los temas sobre los que escribiré: el periodismo deportivo o, si lo prefieren, el periogolfismo. En mi modesto parecer, el auténtico enemigo del Real Madrid CF. El que todo lo emponzoña y todo lo mediatiza. Capaz de engendrar criaturas tan pintorescas como Bobby Gómez, Pipi Estrada o Roncero el Garbancero, capaz de inventarse una hernia fantasma o anormalidades como lo de la ouija. Capaz de dar cobijo a expertos&tarugos que afirman que si a un partido de fútbol le quitamos los goles, el ganador sería otro. Capaz de reclamarle al Madrid un equipo de fútbol femenino como acto de justicia social para la otra mitad de la humanidad tantas veces ultrajada y, todo al mismo tiempo, vender periódicos exhibiendo, como reclamo publicitario, estupendas hembras humanas enseñando cacho  en la contraportada. Ahí, sí…ahí sí hay tema.

Ha sido un placer, amigos/as.

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