Madridismo es creer


De Álvaro Arbeloa tengo grabada a fuego dos frases que me impactaron sobremanera en su día y que pueden ser rescatadas en casi cualquier conversación madridista que se precie. La primera la dijo en zona mixta tras recibir los pitos de un Bernabéu deseoso de sangre en plena guerra civil. “Me han disparado tantas veces que las balas de ahora pasan por los agujeros de lasanteriores” decía el espartano mientras los indeseables buscaban, agazapados tras la gomaespuma de los micros, un titular morboso que provocase una ruptura aún más abrupta de un vestuario en horas bajas. No lo consiguieron, por supuesto. De él no.

La otra gran frase la dijo hará menos de un mes en una entrevista televisiva: “Madridismo es siempre creer” comentaba ante un plató de nuevo repleto de antimadridistas en busca de carroña. Ahí, Arbeloa se erigía de nuevo capitán en la sombra, profesor de una cátedra en horas bajas, de una asignatura llamada ‘teoría del madridismo’ de las que muchos se han nombrado doctor honoris causa pero de la que pocos, muy pocos, tienen verdadera sapiencia. Yes que si hay algo que puede definir al madridismo es precisamente eso: que nunca pierde la fe.

El Real Madrid es el único club del mundo capaz de ganar una Liga en el último minuto mientras, en la otra punta de España, el mayor enemigo de su eterno rival le ayuda a conseguirlo. La liga del ‘Tamudazo’ no fue más que una prueba más de la grandeza del club más enorme de cuantos se tiene constancia, la plasmación de que este equipo no pierde jamás la convicción, que nunca se rinde, que siempre cree que se puede alzar vencedor porque lo ha hecho en tantas ocasiones que no se termina de acostumbrar a quedar segundo. Pero hay más, mucho más.Porque mientras medio mundo se confabulaba contra nosotros y celebraba una Copa de Europa que parecía perdida, la cabeza salvadora de un central conseguía, por enésima vez, hacer campeón al club que más veces lo ha sido. En cualquier otro escenario, con cualquier otro conjunto de jugadores luciendo cualquier otro color, las lágrimas de desconsuelo habrían brotado con amargor de los ojos de sus gladiadores; pero con el Madrid eso no ocurre, porque cuando uno viste la elástica blanca, sea sobre el césped o animando desde la grada, sabe que todo es posible mientras el silbato del árbitro así lo considere. Siempre hay esperanza si se es del Real Madrid, siempre queda un hilo de luz, un salvavidas al que agarrarse o un segundo que arañar a un tiempo que lleva demasiado corriendo a nuestro favor.

“Madridismo es siempre creer”, incluso cuando el director croata de la orquesta se ausenta, incluso cuando la bala de Gales que tantos títulos ha ayudado a conseguir se lesiona, o incluso cuando el delantero con más calidad técnica de Europa parece renqueante… incluso entonces, nunca se pierde la confianza. Porque contra las adversidades hay unos colores que se engrandecen, porque cuando las dificultades se acrecientan la bandera blanca se hace tan irradiantemente pulcra que llega a cegar de ilusión. Cuando todo parece perdido, todavía nos queda, por suerte, la historia épica más grandiosa del fútbol mundial y que no es otra que la del Real Madrid. Una historia forjada a base de salvar escollos, de sobreponerse rápido de las desgracias, de hacer posible lo imposible y de saber que únicamente el Madrid es capaz de conseguir que la derrota se transforme en victoria con celeridad manifiesta y rectitud inquebrantable. Eso es ser madridista: saber que todo es posible mientras se luce ese escudo en el pecho.

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