Día 0.
Te levantas con efusividad,esperando con ansia y anhelo,el primer derbi de la temporada.Realizas tus quehaceres sin poder apartarlo de tu cabeza,intentando eliminar las sensaciones negativas que los últimos resultados han dejado;sin dejar de desear que pasen las horas y ese cosquilleo que recorre tu cuerpo,te siente frente al televisor o la barra del bar.
Al fin, escuchas el pitido inicial, intentando no pensar quién lo ha dado, intentando evitar acordarte que desde que nos arbitró en la final de Copa contra el Barça, su objetivo solo ha sido seguir la corriente en nuestra contra.
Ves, observas y analizas, vuelves a hacerlo… hay algo —que aún desconoces— pero que no te gusta.
GOOOOOOOOOOOL, del gato, de quien se lleva palos por los que se creen más entendidos en fútbol, de esos que creen ver a los demás desde una altura superior; « ¡Qué se jodan!», piensas.
Segunda parte y comienza a mascarse la tragedia; quien más y quien menos, no duda de que necesitamos el segundo como agua de mayo. Y todas nuestras dudas se convierten en realidad… 1-1, ni siquiera, Dios inmortalizado bajo nuestros palos, ha sido capaz de realizar otro milagro; aunque sí uno más antes del final.
De nuevo, nos mojan la cara.
De nuevo, apatía no sé, pero sí desesperación invade tu cabeza; desesperación que se mitiga, viendo como el cornudo especial por excelencia, celebra el gol como si del mayor título —que aún no han ganado en toda su Historia—, se tratara.
Día 1.
Resignación, paciencia, conformidad… « ¡No! Soy madridista, nada de eso me representa».
Mandas tuits; al Real Madrid, a esos jugadores que dicen defender tu escudo y a los que sí lo han hecho en realidad. Pero nada de eso te reconforta, nada, porque no ves la solución… aún con cambio de entrenador, con alguien que esperabas diferente y solo te hace ver que al final, la historia se repite; y vuelves a sentir tu cara mojada.
¿Quién se enfrenta a los compañeros de trabajo?
¿Quién tiene que defender al Real Madrid?
¿Quién se marchó enfadado a dormir y se levantó igual, un lunes?
Tú, tú y otra vez tú.
Día 2 y en adelante…
Poco a poco las sensaciones se van asentando, y el estado que invade tu cuerpo es inexplicable; ¿Rabia? ¿Desasosiego? ¿Inapetencia? No importa, lo único de lo que no se tienen dudas, es de que sea la sensación que sea, no es buena, y se aleja de la que esperabas tener cuando empezó la temporada.
¿Qué es pronto? Sí.
¿Qué viendo la clasificación no estamos tan mal? También.
Pero… ¿es esto lo que esperábamos? Yo no.
Junto con toda esta vorágine de sensaciones, las opiniones ajenas —poco a poco y sin quererlo—, van introduciéndose en ti. Intentas apartarlas, pensar que tu criterio es tuyo e igualmente válido, pero… tantos entendidos en fútbol no son fáciles de llevar.
¿A dónde nos conduce todo esto? «Divide y vencerás» es lo que lleva ocurriendo en el Real Madrid de un tiempo para acá (culpa de Mou, sin duda); defensores a ultranza del entrenador, porque de táctica y ciertas cosas solo pueden entender algunos, haters para los que por razones que otros no entendemos, todo está mal y lo estará siempre sin Don Santiago Bernabéu.
¿Se ha convertido la afición en un madridismo guardiolizado?
¿Aspiramos a tener la pelota intentando guardar el resultado, cual equipo pequeño, con solo un gol de ventaja?
¿Se evaporó la exigencia que debe transmitirse al equipo?
¿Cuánto tiempo se seguirá defendiendo a un jugador criticando a otro?
Triste, muy triste, pero todo esto me hace pensar que tenemos el equipo que merece esta afición. Crítica selectiva según intereses, desconocimiento de nuestra propia Historia y, por mucho que lo nieguen… de la mano de la prensa. La corriente sigue siendo la misma, se olvidó quien es nuestro enemigo para buscarlo dentro de casa. Cada día no parece un nuevo día; solo el día de la marmota.
Tiempo para selecciones, recuperar fe e ilusión, porque el Real Madrid es eterno, vista quien vista la camiseta, y nosotros, como los jugadores, aquí solo estamos de paso.
¡¡Hala Madrid y Nada MÁS!!
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