Apatía


¡Bueno! Esto ya está en marcha, para bien o para mal, se puede decir que la primera toma de contacto está hecha. Para algunos, aún es pronto, para otros, comienzan a vislumbrarse ciertos aspectos que pueden tener relevancia.

Benítez es la antítesis de Carlo respecto a las tan mencionadas rotaciones, de la temporada pasada. Ahí surge el primer problema. ¿Rotaciones? Sí, ¿cómo? Llega el problema. Aún antes de las rutinarias bajas, que ya parecen formar parte de nuestro ADN, ya se veían movimientos, y pocos jugadores se mantenían los 90’ en el campo; muchos dirán que por poner a prueba a los que realmente merecían la titularidad; sea como sea, se hacían. Llegaron las lesiones —o lances del juego— y por obligación, había que poner a prueba al resto de la plantilla.

Puedo comprender un partido como el realizado frente al Granada, que se baje el ritmo… 

pero si se gana. Se puede aceptar. 

Se acude a Bilbao, enfrentamiento complicado por historia y localización; no nos engañemos. Se gana, se hace una buena primera parte, se ve actitud —porque aptitud tenemos de sobra— y se consiguen tres puntos importantísimos.

De nuevo Liga en casa, el Málaga, sin problemas a priori, y nos encontramos con un equipo sin el empuje suficiente en casa, y más contra un equipo que aún no ha ganado ningún partido. Sí, hay miles de teorías prácticas, interpretaciones de sistemas de juego —no olvidemos que aquí somos todos entrenadores—, y miles de pajas mentales para llegar a la explicación que cada uno quería tener. Para ayudar a todos esos razonamientos, Lewandowsky marca los goles más rápidos de la historia y se ve la luz: ¡eso es lo que hace falta! Él es la solución. Sabemos que en el RM cuajará como todos nuestros fichajes, aunque sean para pagar autopistas. No olvidemos que los 5 goles de CR, eran suficientes —ahora es su reciente récord—, y el madridismo suma y sigue acumulando soluciones que el resto del mundo parece obviar.

Nuevo partido, y esto comienza a parecer El Quijote… 0-2 contra el Malmö. Ese gran equipo, que muchos de nuestros aficionados desconocían, y como casi todos, esperábamos que fuera una victoria fácil. El récord parecía el objetivo del partido, y cuando al fin llegó, el sopor invadió nuestras televisiones. Valdano, encantado con el sobe de balón —en la mayoría de ocasiones innecesario, provocando que el equipo sueco, se animara y quisiera algo más del partido—, la magia de Isco, el talento de Cr y el juego práctico —pero nada vistoso— de Mateo.  

¿Realmente jugó un equipo de fútbol un partido? No sé qué es lo que realmente vi, al menos me consoló la victoria.

Para mí, de nuevo malas sensaciones. 

Que lo que importa es la victoria, sí; pero así no. 

Que se tuviera que utilizar la baza de Luka cuando nos espera un duro derbi; completamente vergonzoso. 

¿Tanta rotación y aún no sabemos quién es realmente básico y hay que mimar por encima de todo? Sin Luka no hay fútbol, lo padecimos el año pasado y parece que no hemos aprendido.

Sí, siento apatía, apatía después de haber visto buen fútbol contra rivales menores y que ya, haya desaparecido incluso con estos. Una apatía que se transmite, se contagia y no sabes cómo deshacerte de ella. Veo jugadores con mucho potencial, combinaciones que no logro entender —será por mi escaso conocimiento teórico-práctico— y actitudes en mi entrenador que no esperaba. Sé que es difícil, que a pesar de habernos deshecho de la manzana podrida y no ver cada córner con un desfibrilador, los mismos fallos siguen repitiéndose.

Nos espera un derbi en el que el otro equipo siempre sale motivado, con intensidad (entiéndase violencia) mayor que la nuestra y creo que necesitamos un cambio de actitud respecto a los últimos encuentros. Una manera de hacer las cosas como en Bilbao, unas ganas de marcar goles aunque ya llevemos cuatro, un «aquí estoy yo» que deje helado al Calderón sin posibilidad de entrar al calor. Ese Real Madrid, que el año pasado vimos en contadas ocasiones y este, hay que verle con regularidad.

Somos el Real Madrid, cada uno de los jugadores que visten nuestra camiseta, deben caer extenuados tras cada partido después de haber derrochado todas sus fuerzas en el campo. 

Solo ganar debe, y tiene que ser, la única actitud. Si ellos realmente sienten esa apatía, nuestra obligación como afición es arrebatársela y alzarles hasta la victoria.

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