Es necesario un nuevo Santiago Bernabéu


En primer lugar, hay que aclarar que esta es una opinión personal del autor que podrá ser sometida a debate, siempre dentro de los cauces del respeto y la buena educación. Por lo tanto, si hay alguien que se sienta tremendamente ofendido por estas palabras y no puede contener sus ganas de acordarse de mis ancestros o de mandarme a algún sitio oscuro y maloliente, que deje de leer aquí y se ahorre la pérdida de tiempo.

Tal y como señala el encabezado del artículo, creo que es necesario un nuevo estadio Santiago Bernabéu. Por suerte o por desgracia, la sacralización de los estadios de fútbol como templos de esa nueva religión que es el fútbol es una quimera. Pocos recintos deportivos en el mundo pueden ser considerados joyas atemporales de este deporte (y la mayoría de ellos, ingleses, son de reducidas proporciones). El primer estadio "moderno" que usó el Club fue el Antiguo Chamartín, durante 22 años (1924-1946), construido por José Mª Castell (ex-jugador, directivo y bisabuelo del que aquí suscribe), que fue abandonado por la idea de un presidente visionario, Don Santiago Bernabéu. En octubre de 1939, el primer partido jugado por los merengues tras la Guerra Civil, con un equipo montado de emergencia y con un estadio que todavía mostraba las heridas infligidas por el conflicto, se registraba un lleno absoluto en el recinto y aún quedaban aficionados guardando cola en sus puertas tras el inicio del partido, quedando claro que nuestro Club necesitaba de un campo acorde con sus necesidades. En una economía de posguerra, y con un sistema como era la autarquía, este proyecto se antojaba imposible, pero el presidente , con una gran masa social detrás consiguió sacarlo adelante, cristalizando en nuestro actual estadio. A modo de curiosidad, cabe decir que José Mª Castell también colaboró en la composición de los planos y en la construcción.

¿Supondría el traslado de la sede del club a otro sitio un insulto a la memoria de Don Santiago? En 1973 el mismo Bernabéu proponía a la Asamblea de Socios la construcción de un nuevo estadio. Ya en esas fechas la ciudad de Madrid se había expandido, y el Paseo de la Castellana no era una calle de las afueras, sino una artería que recorría la urbe por su centro. En esas condiciones, cada partido suponía la paralización de la vida habitual de los madrileños. El nuevo proyecto contemplaba la edificación de un recinto deportivo en el entonces poco poblado Fuencarral, un estadio con capacidad para 120.000 personas, con un diseño moderno del arquitecto español Félix Candela. Por desgracia, las autoridades franquistas, personificadas por el Delegado Nacional de Deportes y vicepresidente del FC Barcelona, Juan Gich, y por el entonces alcalde de Madrid, Arias Navarro, desautorizaron la construcción.

La situación actual es similar a la de 1973: un gran recinto en una zona altamente masificada, que hace imposible optimizar todos los recursos con los que cuenta el Madrid para contar con un gran espacio acorde a sus características, limitaciones impuestas por la regulación urbanística o el mero desarrollo urbanístico del lugar en el que se enclava el Santiago Bernabéu.

Ahora bien, ¿por ello aceptaría un proyecto similar al aprobado por la actual junta directiva? No necesariamente. La reforma aprobada no conlleva un sustancial incremento en la capacidad del estadio, aproximadamente unas cinco mil personas. Un equipo puntero exige un estadio puntero, no sólo en lo referente a prestaciones, sino también a la capacidad. Además, seguiría sometido a las restricciones que comentaba en el párrafo anterior.

Desde un punto de vista estético, los estadios de fútbol son coartados por lo que los arquitectos denominan "vestir a la Nancy". Citando al arquitecto Pedro Torrijos: Poniendo tres ejemplos completamente actuales, piensen en el interior del nuevo estadio de Wembley, de Populous y Foster, o en los del Allianz Arena y el Estadio Nacional de Pekín, ambos proyectados por Herzog & De Meuron; si se fijan, apenas hay diferencia respecto a otros recintos deportivos que tienen treinta, cuarenta o cincuenta años de antigüedad. Sin embargo, al exterior son perfectamente reconocibles, identificables y diferenciables entre sí. La operación arquitectónica que se realiza tiene que ver con la imagen urbana del edificio, con su condición de icono. Al final, el diseño presta atención a la fachada, y si me apuran, solo a la fachada. Es un mecanismo que los arquitectos a veces llamamos «vestir a la Nancy». Por lo tanto, lo que convierte en icónico a un estadio es, no sólo pero sí fundamentalmente, su fachada. El "nuevo Bernabéu" tiene una fachada que sigue la línea estética de la arquitectura actual, tal y como indica la web del club: El diseño ganador prevé la construcción de una espectacular cubierta que envolverá al estadio a modo de piel. La fachada oriental incorporará una enorme pantalla que se usará en momentos especiales, mostrando el interior en el exterior. Esta cubierta, probablemente de acero, está en boga en los proyectos modernos, pero en unas décadas probablemente parecerá desfasada, como los "hormigonacos" de los 50-70, los tubos de acero de los 80-90, los cables colgantes de estas mismas décadas... Pocos estadios atemporales quedan en el mundo, y aquí me dejo llevar por mis preferencias estilísticas, pero el Olímpico de Berlín, edificado hace ochenta años es un modelo de recinto deportivo que nunca dejará de ser atractivo, o acudiendo a ejemplos más modernos, el Estadio Nacional de Brasilia, o incluso el nuevo Stade des Lumières de Lyon. Por otro lado, la idea de GMP (ganadora del concurso), olvida la mayor seña de identidad de este club: el blanco. No hay una mínima pincelada de blanco en toda la estructura (a diferencia del estadio actual, que ha sido repintado de este color en repetidas ocasiones, pero las características tanto ambientales como del hormigón impiden su permanencia).

Por todo lo expuesto, creo que es necesaria esa evolución que exige a gritos un club este. El Real Madrid existió antes de la construcción del Santiago Bernabéu y seguirá existiendo aún tras el cambio de sede. Presidentes, jugadores e incluso estadios pasan, pero el sentimiento, el escudo y los colores permanecen.

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