El jeque blanco


A uno Tévez siempre le ha dado miedo.Está el argentino y luego está Vidal.Canelo y Pacquiao.Nadie dijo que fuera fácil este combate pero ayer se engrandeció la Juventus gracias al Madrid,que fue el Mayweather de Las Vegas.Salieron los turineses que parecían Antonio Miguel Carmona por debajo de la almohada diciéndole a uno en la cara que él nació en en Malasaña y que no es político profesional.Luego se va al baño y allí está también el candidato socialista afirmando que los inmigrantes son tan madrileños como él.De ahí se pasa a la cocina y reaparece tras el bote del café hablando de guerras naúticas y uno es cuando va y le vota.Todo con tal de que se calle.La Juve salía desde cualquier rincón y carmoneaba a Casillas que ya sale al campo diciendo lo de: ¿Cómo están ustedeees?, a lo que el piperismo responde: ¡Bieeen!.

Marcó Morata tras el disparo de Tévez, que no es púgil sino sicario, y se veía una Vechia Signora enorme copando el campo en forma de niebla. Ramos trataba de encontrar el camino, perdido como un niño. Bale con barba incipiente tenía una mirada de seducido por el lado oscuro e Isco se mostraba inoperante, sobrante. Ya lo dijo Allegri cuando le preguntaron qué jugador se llevaría del Madrid: “Modrich”, respondió con fruición, como si lo saborease. No le falta talento al Madrid ni siquiera en el reino de Fantasía y allí estaba James, como Atreyu, para anotar tres cuartos de empate con una vaselina de puntera. Se habían acabado las caras de susto pero Marcelo llevaba plomos en las botas. Ayer se vio que el brasileño no es defensa como Agassi no era tenista sino estrella del rock que tocaba con la raqueta. La perdía el lateral como si el balón pesase tres quilos y aprovechaba Marchisio para probar a Fofito desde lejos, quien se enfadaba con sus defensas igual que si fuese Buffon, y eso que Gigi nunca haría eso. O no así.

Transcurrieron minutos de reconocimiento, de primeros asaltos, justo antes de que James, otra vez, le hiciera una foto a la final con su cámara (el colombiano no juega ni con los pies ni con la cabeza sino con una Leica) que luego se perdió por encima del travesaño. A Morata le hacía falta una bronca como las de antaño de Cristiano, pero estaba muy puesto el madrileño jugando de espaldas y robándole la personalidad a Varane que últimamente tiene dudas, miedo, como si le estuviera resultando difícil la transición a la madurez. Estaban Canelo y Pacquiao y luego Lichsteiner, que a uno le recordaba al doctor alemán de La Vida es Bella que juega a las adivinanzas con Guido y que más tarde se vuelve loco. El suizo ayer ya lo estaba y no paraba de proponer acertijos imposibles de resolver.

Empezó la segunda parte con una puñalada de Tévez a Ramos que le costó una tarjeta. Una caricia en esa cara de tener el cuerpo cosido de amarillas. Ramos mandaba un poco en el umbral que separa el medio campo de la defensa, pero era adelantarse y venirle los mareos. Ubicar a los jugadores del Madrid va a resultar una ciencia exacta dada la importancia de unos centímetros en el rendimiento de una estrella; sin contar con las ausencias: Modrich, paladeaba uno como el buen vino. Marcelo se buscaba y la Juve le aguardaba como leonas al cervatillo. Un tiro suyo rebotó de tal manera en James que lanzó el contraataque de los italianos. Unos segundos después se pitaba penalti en el área del Madrid. Tévez le hizo ¡uh! a Casillas y éste se apartó como un gato para que el argentino la metiera por el centro.

Al fin se marchó Isco y salió el Chícharo que quizá debió de haber salido desde el principio para fajarse con esa BBC juventina. Chiellini estaba metido en el partido hasta las cejas, como todos sus compañeros, incluido el exquisito Pirlo que ya llevaba diez quilómetros recorridos a falta de quince minutos. El Madrid regalaba un balón que hervía. Los blancos salían al contraataque pero Ramos se empeñaba en pasarle la pelota a un espectador de la grada lateral, fila diez. El partido era un rebote y se iba a decidir por un rebote que debe servir para un encuentro pero no debería ser suficiente para una eliminatoria, como si esto significase algo. Ya se jugaba por el centro igual que a paletadas. La tuvo Llorente solo en el área, liberada la pelota de la enésima melé, y la paró Casillas con la frente poniendo el punto final al juego y a su propio espectáculo, que anoche fue el de una comedia de Fellini.

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