Estaba finalizando el mes de julio cuando prácticamente todos los días abríamos las portadas de los periódicos deportivos con la apocalíptica noticia de que el Real Madrid acometía el fichaje de James por 80 millones y empezaba a cerrar la venta de Di María por un importe similar.
En ese contexto se acumulaban las opiniones de expertos que argumentaban la innecesaridad del fichaje del colombiano y más cuando suponía le venta de uno de los estandartes de la Décima.
Se hablaba que Florentino había vuelto a romper un equipo ganador por no querer pagarle a Di María 8 millones netos y realizaba un nuevo fichaje capricho en pos de obtener pingues beneficios con la venta de camisetas y favorecer la actividad de la empresa que preside (ACS).
Curiosamente esos mismos expertos no recordaban sus propios comentarios criticando que 12 meses atrás Florentino hubiese dejado marchar a Özil por 50 millones de euros fichando a Bale por 91 millones de euros y dejando a Di María en la plantilla, un jugador, en ese momento, poco valorado por la crítica deportiva.
No seré yo el que le niegue a Di María sus cualidades futbolísticas. No cabe duda de que, una vez Ancelotti le encontró su ubicación en el volante izquierdo del equipo pasó de ser un jugador perdido para la causa y cuya venta se pedía en navidades a ser un activo importante.
Antes del citado cambio Di María era un jugador que acostumbraba a salir como revulsivo en la línea delantera pegado a la derecha. Por aquel entonces llevaba ya 3 años y medio en el Real Madrid y solo cabía destacar como completamente satisfactorio su primer año. Se trataba de un jugador de blanco o negro que alocaba al equipo y al rival y que su nula utilización de la pierna derecha sin duda le limitaba. El cambio de posición fue balsámico ya que al encontrarse más lejos de la portería su precipitación disminuía. Además al recibir en su banda natural podía parar el balón con su pierna buena y asegurar más el pase reduciendo sus habituales pérdidas de balón. Adicionalmente el equipo ganó eventualmente a un extremo que podía centrar con su pierna buena y un buen activo en defensa para hacer las coberturas oportunas a Marcelo o Coentrao.
Como decía antes la mayoría de expertos pronosticaban lo peor con el cambio James-Di María. A decir verdad, pocos éramos los que veíamos en el colombiano el jugadorazo que está resultando ser. En este sentido recuerdo la defensa numantina del cambio de Coto Matamoros tanto en twitter como en podcast.
Pues bien, poco a poco se está evidenciando lo positivo de este cambio hecho a pelo. James Rodríguez es un jugador de tal jerarquía que a sus 23 años recién cumplidos asusta al nivel que puede llegar. Vayamos al origen y contextualicemos la situación.
James, después de pasar por la liga argentina, llega al Oporto en el que hace unas temporadas lo suficientemente buenas como para protagonizar un traspaso millonario al Mónaco. En su primera y única temporada en Francia, pese a contar como entrenador al desastroso Ranieri, logra ser elegido tercer mejor jugador de la liga y entrar por tanto en el once ideal. Después protagoniza un mundial mucho más descomunal de lo que el meritorio galardón de máximo goleador ya certifica.
No obstante todos sabemos lo difícil que es llegar a un club como el Real Madrid y más con la opinión pública en contra. Resulta patente lo complicado de adaptarse a un futbol mucho más rápido que el argentino, portugués y francés. Es evidente que pasar de ser la referencia de un equipo desde la mediapunta a tener que cambiar de rol en un equipo de estrellas le añade x a una ecuación ya de por sí complicada.
Pues a 21 de octubre podemos afirmar sin demasiadas dudas que James ha superado estos obstáculos. Hablar de sus cualidades parece sencillo. No hay un pase que realice sin contribuir al buen juego del equipo, posee una pierna zurda que parece un wedge de golf por la precisión con la que golpea, es cierto que no es un jugador veloz, pero si debe desbordar a un rival lo puede hacer con una calidad asombrosa y por último una cualidad poco nombrada, se trata de un futbolista con una resistencia física sobresaliente que unida a su buena disposición e inteligencia le permite ser un gran recuperador de balones en el equipo. No hay dudas de que uno de sus puntos débiles que era el juego sin balón lo está mejorando notablemente y cada vez sabe buscar mejor las posiciones y alturas en las que influir en el juego de forma decisiva.
Por si no fuera poco lo comentado, James con respecto a Di María permite al equipo poder manipular el ritmo y estilo de partido a la perfección. Di María era un jugador que provocaba desorden propio y ajeno. Esto en ocasiones dificultaba controlar un partido desde la posesión y el ritmo bajo. Con James el Madrid puede seguir jugando al contragolpe cuando es oportuno, pero añade a su repertorio una versión que eleva al equipo a un nivel superior. El Madrid ahora puede dormir los partidos desde el control y la posesión y ser más ordenado en defensa y ataque. Un buen ejemplo fue la segunda parte en Villarreal en la que el equipo apenas sufrió después de pasar muchas dificultades en el primer tiempo. El Real Madrid está pasando de ser un equipo principalmente reactivo a un equipo que define y marca las pautas del partido. Esta versión probablemente nos habría dado la final de Champions en la eliminatoria contra el Bayern cuando fuimos incapaces de dormir un partido que dominábamos 2-0 en el Bernabéu. Ese control hubiera mitigado la fatiga física del equipo que venía de ganar la liga en el Camp Nou 3 días antes.
En una plantilla que no destaca por su amplitud, tener la capacidad de dormir partidos invirtiendo el mínimo desgaste físico creo que es un activo de vital importancia y en esta nueva versión tanto Kroos como James creo que van a desempeñar un papel decisivo. Ancelotti tiene un equipo hecho a su medida y eso solo debería deparar cosas buenas. ¡Hala Madrid!
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