A pesar de que ya han pasado varios días de la infame foto del que hasta ahora era para mí –y para muchos- un emblema del Madridismo como Raúl González, en la que el otrora “7” y capitán blanco se hizo con el barcelonismo más repulsivo, sigo sin salir de mi estado de estupefacción.
Para aquellos madridistas que viviesen en Marte y aún no se habían enterado de lo ocurrido, me refiero a las instantáneas recogidas en todos los medios del que fuese nuestro capitán entre 2003 y 2010 rodeado de toda la plana mayor culé en Nueva York, con motivo de la inauguración de una sede del club blaugrana en la Gran Manzana.
Las fotos de la "infamia"
A fuer de ser sinceros, he de reconocer que me dio bastante grima verle en el centro de una foto junto a la expedición culé, encabezada por su presidente, Josep María Bartomeu (sí, el que acusó al Madrid de estar detrás de la famosas “mano negra” en las sanciones por las trapisondas judiciales de su club) junto a una serie de exjugadores azulgranas como Ronaldinho o el ínclito Hristo Stoichkov.
Sin embargo, en un profundo ejercicio de racionalidad y queriendo entender por qué un símbolo de nuestro club se dejaba utilizar por los mayores enemigos y difamadores del club que representó durante siete temporadas como capitán y en el que militó durante 16, llegué a la conclusión de que su labor como representante internacional de la LFP le obligaba a estar presente en ese acto.
De hecho, pude llegar a entender que Raúl, en aras de su labor institucional al frente de la LFP a nivel mundial, pudiera verse obligado a recibir en la ciudad neoyorquina a la plana mayor de nuestro máximo rival, a forzar la sonrisa y hacerse la foto.
Pero lo que no pude –ni creo que sea capaz de entender- es ese regodeo en el enfangamiento con una hermandad impostada, que mostró después, cuando entre bromas, se dejó fotografiar con Hristo Stoichkov, en una actitud distendida y sonriente.
Parece olvidar Raúl que ese ser absolutamente despreciable que es el exfutbolista búlgaro ha sido, es y será hasta el último de sus días uno de los principales azotes del Madridismo y uno de los tipos que, junto a Xavi Hernández, más se ha destacado en sus insultos, faltas de respeto y acusaciones más o menos veladas de corrupción sobre nuestro club. Un tipo, como el centrocampista de Tarrasa, con el que ningún madridista debería ir ni a cobrar una herencia.
Raúl y el falso “Señorío”
Sin embargo, Raúl de forma más que intencionada –como en su día hizo Casillas precisamente con Xavi– se ha dejado utilizar buscando un reconocimiento personal, muy por encima de lo que representa (o decía representar como madridista).
Ahora está feliz y satisfecho porque se ha ganado el aplauso de la Prensa del Régimen, que ve con maravillosos ojos que el Madridismo esté sometido al NacionalBarcelonismo, disfrazado de un falso “Señorío”.
Ese “Señorío”, inventado precisamente por el Antimadridismo más feroz en la peor época del Farsalonismo Guardiolista como respuesta al empuje madridista que, de la mano de José Mourinho, se había sacudido violentamente de encima dicho dominio blaugrana.
Una época en la que el Madrid se cansó de ser la comparsa del dominio culé, en todos los aspectos (deportivo y sobre todo institucional) y por el cual sólo se nos permitía sonreír y saludar, incluso cuando nos pisaran los callos.
Un “Señorío” inoculado como si fuese un virus, entre otros, por ese farsante, dañino a más no poder, llamado Jorge Valdano, mediante el cual había que poner siempre la otra mejilla, negándosenos en todo momento hasta el derecho al pataleo.
Ese falso “Señorío” que supuso que Iker Casillas se dejase utilizar –eso sí, encantado– para lavar su imagen en aquel oscuro affaire del dedazo de Mourinho a Tito Vilanova tras un partido plagado de insultos y provocaciones desde el banquillo culé.
Sí, ese falso “Señorío” que impone que el Madrid le debe rendir pleitesía siempre y en todo lugar al todopoderoso Barça, pero por el cual no es que no pueda exigir, es que ni siquiera merece eso tan elemental que es el principio de reciprocidad.
Y es que, en este sentido, ¿algún madridista recuerda haber visto a algún culé dejándose fotografiar junto a algún madridista en algún acto institucional de reconocimiento público a nuestro club? Radicalmente no.
De hecho, la última muestra de descortesía, ridiculez y miseria moral se pudo ver en la entrega de premios de la pasada Eurocopa 2016 de Naciones, en el palco del Stade de France, en París.
Según estaba previsto por la organización, Xavi Hernández iba a ser la persona encargada de entregar el trofeo de campeón al capitán del equipo ganador. Pero como era Cristiano Ronaldo, el rabioso y totalitario centrocampista catalán se negó a hacerlo, “cayéndose del cartel” a última hora argumentando no sé qué tonterías.
Y nadie dijo nada. Especialmente aquellos que esta semana pasada defendían que Raúl no podía evitar esas fotos por el papel institucional de Raúl para con los culés. Debe ser que Xavi, en aquella ocasión no representaba al fútbol español, entiendo… Pero claro a algunos se les permite sacar su bufanda a pasear, aun cuando no venga a cuento y a otros, lo quieran o no, se les exige quitársela en cuando cuelgan las botas (e incluso aún con ellas puestas).
Precisamente, se ha justificado por la Prensa y por el propio Raúl (cuyas declaraciones posteriores en Onda Cero junto a José Ramón de la Morena, terminaron de echar tierra encima del mito) el hecho que precisamente en aras de esa labor institucional del excapitán madridista para la LFP, no pudo obviar su presencia en el acto. Es más, habría sido tachado de descortés su ausencia y de forofa para toda esta jarca.
Sin embargo, nunca nadie se ha rasgado las vestiduras en los medios cuando gente tan sospechosa como Joan Gaspart, en calidad de Vicepresidente de la RFEF nada menos, no sólo se ha dejado fotografiar jamás con madridista alguno, especialmente en momentos de celebración blanca, sino que no ha dudado en repetir públicamente que haría lo imposible para perjudicarnos desde su puesto institucional (y a fe que lo ha hecho, aunque ése sea otro debate).
Pero aquella foto con Stoichkov sobraba. Y mucho. Por ofensiva y por repugnante al hacérsela no con un culé sino con una de las personas que más ha demostrado públicamente su odio hacia nuestro club y la que más nos ha difamado en su historia.
Esa foto no estaba en sus funciones, por mucho que nos traten de vender lo contrario. Entre otras cosas porque el Señorío del Madrid, el de verdad, no ése tan cacareado, no incluye en absoluto retratarse sonriente con miserables de la talla del búlgaro.
Raúl, otro exfutbolista “converso” en los Medios
Sin embargo, ya se ve que esta forma de feudalismo mediático al Barça no sólo es rentable a nivel de imagen, sino que se ha convertido en una rentabilísima forma de ganarse la vida, especialmente para meter la cabeza como comentarista en los medios. Especialmente para los exjugadores madridistas, que por lo visto, han de hacerse perdonar su pasado y renegar como San Pedro de Jesucristo (y no sólo por tres veces) del club que les convirtió en estrellas.
Desgraciadamente, el panorama mediático está plagado de ejemplos de este tipo. En la COPE tenemos a personajes como Poli Rincón, caricacturesco y a cuyo lado Roberto Gómez es un cruce entre Albert Einstein y Madame Curie, a Fernando Morientes, quien además de no dejar de criticar al Madrid no dudó en mofarse en antena de Khedira en su día. Pero sobre todo tienen a Manuel Sanchís, que no duda en repetir que el Madrid no mereció la Undécima y que el fútbol le debe una Champions al Atleti.
El caso del excapitán es aún más sangrante porque sus intenciones de postularse en un futuro próximo a la Presidencia del club son más que evidentes y para ello ha elegido como trampolín una delirante columna en Marca y sus intervenciones, no menos delirantes, en la Cadena de los Obispos.
Pero es que en Onda Cero tenemos a gente como Iván Helguera, Ricardo Gallego o Martín Vázquez, que pasean en antena sus críticas feroces, salpimentadas de falsos mantras (“la pegada”, “la falta de modelo”, “la ausencia de juego”, etc.) , rayando incluso en la ridiculez.
Algo que en el caso del que fue jugador del Torino –genialmente definido por Richard Dees como “Don Tristón”– y para el que todo lo que ocurre en el club blanco es malo (y susceptible de empeorar), ha alcanzado el nivel de arte.
Todo ellos son espejos de aquel con el que, en mi opinión empezó todo, que no es otro que el Ilustre Rapsoda argentino, Jorge Valdanocuyo florido verbo es inversamente proporcional a su odio hacia Florentino Pérez y todo lo que le rodea.
Un verbo que, sin embargo, ha calado y durante años ha tenido embaucado a parte del Madridismo (incluyendo a su Presidente) hasta que Mourinho le desenmascaró y quedó retratado como lo que es. Un pedante vendedor de biblias vulgar y que en cada comparecencia pública respira por la herida.
Pero volviendo al tema, hay que decir que todo esto viene a cuento porque el último exjugador blanco en unirse a los medios como comentarista ha sido precisamente Raúl, quien debutó este sábado en BEIN Sports, precisamente al lado de Valdano, retransmitiendo el Real Madrid-Osasuna. Y no defraudó…
No sé si su llegada a la cadena televisiva ha sido mera coincidencia con lo ocurrido esta pasada semana, unido al reconocimiento unánime de la prensa, lavándole la cara y tachando, cómo no, de extremistas y radicales a todo madridista que no aplaudiese con las orejas tanta infamia recogida en apenas un par de fotos.
Tal vez fuese el hecho de hacerse perdonar aquella maravillosa imagen de Raúl mandando callar al Nou Camp, que durante años se convirtió en la imagen del Madridismo con mayúsculas, pero la actitud de Raúl en sus comentarios durante el citado encuentro fue como mínimo, “manfiestamente mejorable”.
Sorprendió, al menos a mí, por venir de quien venía, aunque la verdad es que su actuación ante el micrófono no difirió en nada de lo que ya hemos visto con otros comentaristas, exjugadores del Real Madrid, ni nada que ya no hayamos visto antes.
Raúl se pasó los 90 minutos diciendo que Osasuna mereció mejor suerte, a pesar de que apenas había tirado a puerta, llegando incluso a lamentar profundamente el segundo gol madridista, llegado justo después de la mejor oportunidad osasunista del partido, tras un tiro al larguero de Unai García.
De hecho, no dudó en decir que era injusta la tarjeta amarilla con la que el colegiado Fernández Borbalán sancionó una infame patada de kárate en la cara de Kovacic por parte de Miguel Flaño, en un flagrante ejercicio de juego peligroso. Algo, cuando menos sorprendente, viniendo como vino de un tipo que se ha pasado 20 años jugando al fútbol al máximo nivel.
Por último, al acabar el encuentro volvió a tirar de los manidos mantras de los que tira cualquier ciudadano periodista que se precie para definir la clara y brillante victoria del Madrid sobre el conjunto osasunista.
Esto es, Raúl aludió a la famosa “pegada” (a pesar de que el Madrid disfrutó de bastantes ocasiones de gol y que, entre tiros a los palos y fuera, marró lastimosamente) y a la falta de “estilo de juego”, a pesar de la incontestable superioridad mostrada en todo el partido por el Real Madrid.
Y por supuesto, en ese afán de reescribir la historia en cada partido que tiene la prensa para deslucir nuestras victorias, no dudó en decir que Osasuna había hecho un grandísimo partido y que mereció mucho más, a pesar de que ninguna de las estadísticas (sí, esas en las que se fijan luego para valorar positivamente el juego de otros equipos) le daba la razón en su razonamiento.
Así pues, por todo esto y con todo el dolor de mi corazón, tengo que decir abiertamente que Raúl se ha vendido con armas y bagajes al “enemigo”. Como ya lo hicieron otros tantos, presuntamente considerados en su momento como imagen del club (como por ejemplo, los citados Sanchís o Casillas).
Que Dios se apiade de su alma, pero que nadie me lo vuelva a vender como símbolo ni emblema madridista. Y si por eso soy un sectario, lo siento, lo soy y no me duelen prendas en reconocerlo. Pero a este tipo de madridistas yo no los quiero ni a dos kilómetros del Bernabéu.
@djmontero
La frase "se puede decir más alto pero no más claro" debió de utilizarse por primera vez para algo como este texto.
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