Herencias


Recuerdo que a muy temprana edad se me dijo que en esta humilde morada habitaban dos maestros de ese nuestro juego patrio. Cuentan las leyendas que no importaba el rival, circunstancia, color o forma de la mesa cuando el guiño, la punta de la lengua o el doble pestañeo ilustraban las facciones de aquellos que me han criado. Ganaban porque no se esperaba otra cosa según llegaban las primeras cuatro cartas a sus impertérritas manos. Ganaban por costumbre, por aburrimiento, porque muchas veces entre golpes de suerte y reproches, jugar bien es apuntarse los 30. Lamento deciros que la estirpe ganadora se interrumpe conmigo, que no me atrevo ni a envidar a chica, pero que al menos, redimo mis pecados con un madridismo ininterrumpido.

El Madrid me desquicia. La impunidad es algo que me corroe los cimientos de la moral ante un equipo que gana por hábito sagrado. Apesadumbrado, aburrido, errático, sin brillo, alza el martillo y gana andando, regular, a medias y muy a pesar de los tres deseos de aquellos que frotan la lámpara para ver al Madrid tuerto semana tras semana. En Cornellá, el Madrid se puso el parche en el ojo para hacer frente a las bajas de dos de las tres letras del trío maravillas y en un partido tedioso, de aquellos de los que otros años nos acordábamos como la peor de nuestras pesadillas, se convirtió en récord, banquete, café y puro. Accidentalmente perdimos a Casemiro e igual que tengo claro que todos acabaremos bajo tierra y calvos, entendí que la salida de Toni Kroos cambiaría el transcurso del partido. Con Sergio Ramos yéndose por bulerías, porque no quiere ni oír hablar de que ya se terminó el verano, tuvo que ser James Rodríguez el que toqueteara la gramola y quisiera alegrarnos los oídos con un poquito de cumbia sacada de sus bolsillos. Grandísima noticia para propios y ajenos que el colombiano pueda y quiera, y, sobre todo, que Zidane recoja el guante con una reverencia ante los sensacionales minutos que está firmando el colombiano.

A falta aún de poder cantar las 31 siendo mano, con tres reyes, y teniendo a todos los jugadores disponibles, Zidane no va de farol y tiene a los noveles de su lado. Lucas Vázquez empeñado en una irrespetuosa rebeldía para seguir sentando cátedra sobre cómo se es correcto, bueno y mejor partido tras partido. Y en esas estamos, siempre que reparta Modric, las cartas serán maestras. Manejando la herencia del Madrid en eso de ganar por decreto, mientras nos dan las 12 y la 1 como a Isco con el balón en los pies. Y sumando de tres en tres.

Like This Post? Please share!

  • Share to Facebook
  • Share to Twitter
  • Share to Google+
  • Share to Stumble Upon
  • Share to Evernote
  • Share to Blogger
  • Share to Email
  • Share to Yahoo Messenger
  • More...

No hay comentarios :

Leave a Reply

Scroll to top
Solicitamos su permiso para obtener datos estadísticos de su navegación en esta web, en cumplimiento del Real Decreto-ley 13/2012. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. OK | Más información