Se llama Dick, y se escribe Live Forever

"No es tiempo de llorar; es tiempo para recordar, levantarse y seguir". Eran las palabras de Juanan (Dick, su nick) siempre me repetía cuando me daban los bajones tras la muerte de mi madre. ¡Y quién lo diría! Parecen escritas también por él, hoy, cuando se cumple un año de su marcha. Con el corazón arrugadito he decidido aceptar la invitación de Meritocracia Blanca para escribir estas líneas. Y lo hago porque, tras ver todo lo que se ha escrito durante este año sobre Juanan, siento la necesidad de decir algunas palabras.

Comenzaré por sus haters. Porque ahora está muy de moda el haterismo. Todo el mundo odia a alguien o algo en el mundo de twitter, y muy especialmente entre los madridistas -que es uno de los submundos twitteros por el que me muevo-. Quienes lo critican, lo hacen por algunos de sus tweets. No lo conocieron. Nunca hablaron con él. Nunca intercambiaron una idea o alguna opinión. Sólo se basan en 140 caracteres, dichos en algún momento en particular. Los sacan descontextualizados, y arremeten contra él, aún a sabiendas que no podrá defenderse ni explicarse. Y yo me pregunto: ¿Esos que sacan esos tweets nunca, jamás en la vida, han dicho algo políticamente incorrecto, o irónico, o sarcástico? ¿Estamos rodeados de santos y santas, de vidas y bocas inmaculadas, con la moral impoluta para señalarlo? Nunca jamás, por mucho que lo intenten, sus críticas crueles lograrán manchar la memoria de Juanan. Antes bien, quedan retratados por su vileza e insensibilidad.

Pese a quien le pese, Juanan se ha ido convirtiendo en una leyenda -tal cual como él mismo lo predijo. Para bien y para mal. Y me explico. Él se ha convertido en un punto de unión entre esa gran parte del madridismo que llamamos underground. Los miles de homenajes -pequeños o grandes, públicos o privados- que se le han hecho durante este año, lo demuestran. Todos le admiran, honran y respetan; incluso quienes no lo conocieron ni en persona ni en twitter, pero que han sabido valorar a la persona que escribía bajo su nick. El peligro lo veo entre dos perfiles de "Dickbelievers": 1) quienes, queriendo o no, han estado utilizando su nombre para la típica lucha de egos y lisonjas, la del "y yo más". Yo hablaba más con él. Yo bebía más cervezas con él. Yo, yo, yo... 2) También quienes se han erigido en cuidadores únicos y exclusivos de su memoria, como si fueran sus guardianes o custodios.

Él seguirá siendo quien fue, para sus familiares, sus amigos y conocidos. Una persona sencilla, de risa fácil, con un raro sentido del humor, alguien que sabía escuchar y animar; que si no tenía las palabras, te dedicaba una canción porque se comunicaba mejor a través de la música. Un visionario, como muchos dicen, porque era muy observador e intuitivo; con análisis muy precisos  y casi siempre certeros. Con una destreza especial para llevar las conversaciones a su terreno, un tanto descarado pero siempre divertido. Una persona que no dejaba a nadie indiferente, tal vez por su ingenio, o por su osadía (como con el famoso no-duelo en la Plaza de Cubos); quizá por su naturalidad, que te daba la sensación de conocerlo de toda la vida... Amante y conocedor a la par tanto del fútbol como del basket blanco, como muy pocos.

Es así como yo lo recuerdo; como lo recordaré siempre. El cariño y el agradecimiento siguen intactos. Y sus lecciones de vida me sirven para eso: recordar, levantarme y seguir adelante.

@DiosaMaracana

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