DECEPCIÓN me produce el comportamiento de la plantilla blanca. La decepción es ese sentimiento que solo lo puede provocar la gente a la que aprecias. Un sentimiento que se esconde en lo más profundo de la parte del alma donde se guardan las cosas malas. Esa parte tan grande que está llena de malos recuerdos y horribles sentimientos. Y de muchas decepciones.
TRISTEZA me produce el ver como al final todos son iguales. Desde el que sube fotos absurdas en momentos difíciles hasta el que no está en el sitio indicado a la hora señalada cuando más se le echa en falta.
AMARGURA de ver cómo te fallan aquellos en los que tanto has confiado, aquellos por los que te has partido la cara, aquellos que para ti eran tus capitanes dentro y fuera del campo, aquellos que te representan cada domingo.
Hablo del comportamiento del equipo ante la muerte de la mayor leyenda del Club Blanco. Ante un momento que nunca se volverá a repetir, ya que no volverá a existir un jugador como Alfredo Di Stéfano. Todos han quedado retratados, por unas cosas o por otras. Los que ya estaban señalados y los que lo están ahora. Al final sois lo que sois, unos simples profesionales. Así que, a partir de ahora, yo os voy a tratar como eso, simples mercenarios que jugáis a cambio de dinero y que no tenéis la más mínima humanidad para sacrificar dos días de vacaciones y varios miles de euros que os pueda costar un viaje de emergencia. Ante tanto y tanto madridista que se acercó, sin dudar, y alguno sacrificando muchas cosas, a despedir a la máxima leyenda del club, no puedo más que sentir vergüenza ante vuestro comportamiento.
No merecéis el escudo que lleváis en el pecho y, si por mi fuera, y seguramente por Di Stéfano también, os lo arrancaría y jugaríais sin llevarlo pegado al corazón. Lo pondría en un lugar bastante alejado de vuestros intereses y codicias, allá donde no pueda ser mancillado ni corrompido.
Dicho esto, lo único que espero y exijo de vosotros es que os dejéis el alma por el Club Blanco, aunque solo sea por justificar los millones que os paga. Tened por lo menos vergüenza a la hora de justificar vuestros coches y vuestras casas.
Pero no nos vendáis nunca más vuestro MADRIDISMO. No nos hace falta. Eso nos sobra a nosotros, los que os vamos a seguir animando pase lo que pase.
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