Se reabre cada cierto tiempo en el madridismo un debate en el que la separación de las opiniones encontradas se agiganta con el paso del tiempo. Por un lado, el gran jugador ha pasado de mito a Dios. Por otro lado, el mediocre jugador ha pasado de jugador del montón a trincón.
Ayer fue 27 de junio. Como cada 27 de junio los rescoldos del debate se avivan como en ninguna otra época del año. Raúl cumplió 37 años. Igual por eso siempre idolatré a Raúl. La coincidencia en la edad (aunque solo sea durante un par de meses) hace que la empatía, quizá, sea mayor.
A Raúl le seguí desde el primer día hasta el último. Aún recuerdo las palabras del “maestro de periodistas” J. Mª. García, tras su debut en Zaragoza…”Este no vale ni para segunda B”. A partir del siguiente partido comenzó su gran historia, asistencia de Laudrup y golazo por la escuadra contra el Atlético de Madrid. Recuerdo ese año con bastante cariño, la verdad es que Valdano nos hizo jugar muy bien al fútbol y, para mí, la liga es la obligación que debe tener el Madrid temporada a temporada.
Raúl no era un alarde de técnica, no era el jugador más veloz, ni el más estético. Pero… ¿Qué más da? Recuerdo goles maravillosos de Raúl que no puedo contar con los dedos de las manos (ni siquiera con los dedos de los pies). Aquel prodigio en el 1-4 contra el Atlético de Madrid, aquel aguanís que nos dio una Intercontinental (ese año fue llamada Copa Toyota por motivos obvios, luego llegó a ser calificado hasta de MUNDIAL), la galopada en la final de la octava (con su escasa velocidad, nunca he sentido tan real un capítulo de Oliver & Benji), la picardía en el gol de la novena, un maravilloso gol contra el Sporting de Gijón (por encima del portero con el exterior…).
También sus gestos como madridista, su mandar callar al Camp Nou, encararse con Kahn o, el último, devolverle el 7 a Cristiano Ronaldo en su partido homenaje.
Los records de Raúl también son incontables, imposible enumerarlos todos, pero como muestra…jugador con más partidos en la historia del Real Madrid, máximo goleador de la UCL, máximo goleador en la historia del Real Madrid…
Si hablamos de títulos, destacar que, con Raúl en el club, se vivió la segunda época dorada del Real Madrid en Europa (3 Champions en 5 años), pero también se ganaron con él 6 ligas, 2 intercontinentales, 1 supercopa de Europa y 4 supercopas de España. Fue dos veces pichichi de la LFP, balón de plata y bota de bronce.
Su salida del club es, quizá, el punto que más fricciones produce en el debate. Raúl decidió abandonar el club cuando se dio cuenta que su papel no iba a ser importante. Sangre nueva y estrellas mundiales poblaban la plantilla. En todo su derecho, no aceptó su situación y decidió marcharse (es importante este matiz, algunos no aceptan su situación pero siguen extorsionando al club utilizando a prensa y afición). Raúl seguiría cobrando parte de su salario del Madrid en el Schalke04, algo que jamás será perdonado por sus detractores (ahora los llamamos haters).
Una vez repasada su carrera, intentaré ser objetivo. No voy a olvidar ni ser hipócrita. Raúl fue mi ídolo madridista en su momento. Pero hay algo importante que no debemos olvidar nunca. Y Raúl es un claro ejemplo. Se fue. Y no pasó absolutamente nada. Para la historia quedan sus años, eso ya no lo borra nadie, pero el equipo sigue y el escudo es lo más importante.
No voy a ser yo quién niegue su sitio en el Olimpo de las leyendas madridistas, pero tampoco seré yo el que lo convierta en “el mejor jugador de todos los tiempos”, ni del mundo, ni de España. Ni mucho menos del Madrid.
Raúl, madridista de adopción, como diría Xabi Alonso, gran profesional, allá donde juegue querido por su afición, una huella imborrable dejó en la historia del Madrid. Pero ahora el Madrid es presente y futuro. Un presente y futuro donde debe primar la camiseta y la meritocracia.
¡Hala Madrid y nada más!
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