En las últimas semanas se ha hablado mucho de la nueva seguridad defensiva del Madrid. Es cierto que nos llegan menos y de forma menos clara, al igual que es innegable el buen estado de forma de Pepe (no así de Ramos, aunque nos hagan creer lo contrario). Pero…¿cuál es el precio de esa seguridad defensiva?
El mejor momento de la temporada llegó antes de Navidad. El equipo se encontraba por fin, y pese a que nos generaban alguna ocasión más que ahora, el esquema carburaba mucho más arriba. El 4-3-3 que algunos llevábamos años pidiendo estaba dando sus frutos. Dominio de la pelota, ocupación de todos los espacios del campo y chorreo constante de ocasiones a favor. El regreso de Xabi nos hacía ver la luz, pero estase apagó de golpe con el ligamento cruzado de Sami. Pieza insustituible, burla habitual del periodismo patrio pero clave en el esquema. Se nos había derrumbado el castillo de naipes.
Según muchos nos habíamos quitado al tronco de encima y ahora todo solo podía ir a mejor. Por presión popular, y demostrando su poca personalidad, Carletto optó por poner a Isco en el puesto de Khedira para regocijo de la masa que acude al Bernabéu y los columnistas de la prensa deportiva. El invento duró cuatro días. Isco no es centrocampista, Isco no aporta trabajo e Isco no tiene constancia en el juego. Los partidos se convertían en un correcalle, volvíamos al 4-2-4 que tanto daño nos hace. Volvíamos a los partidos de 15 ocasiones a favor y 14 en contra. El horror para cualquier entrenador, y más si es italiano. El míster lo sabía y optó por dejar al niño modelo en el banquillo y poner ahí a di María.
A mí personalmente el invento tampoco me gusta, pero está claro que es una mejor idea que la anterior. Además de presencia en ataque, el argentino aporta una dosis de trabajo que el Madrid necesita. Tiende a conducir demasiado y arriesga en zonas en las que no debería, pero a estas alturas de su carrera es difícil cambiar los vicios de Angelito. Esto se traduce en una mayor seguridad atrás, reflejada en muchas menos ocasiones concedidas pero con menos fluidez en ataque. Nos cuesta llegar, nos embotellamos por el medio y el único que aporta temple en el centro del campo es Modric. Xabi tiene que estar preocupado de corregir a los laterales y los centrales y di María solo ve portería cuando tiene el balón. Siempre quiere llegar al área contraria por la vía rápida. Error.
La opción de Casemiro parece descartada por Ancelotti aunque es el perfil más parecido a Khedira. Y ya solo nos queda Illarra. A mí, la opción que más me agrada. Bien es cierto que tanto Illarra como Xabi son demasiado lentos para compartir centro del campo, pero ambos lo suplen con mucha inteligencia y sobre todo posicionamiento en el campo. Además, liberan a Luka. Esa luz que ahora brilla pese a que nos hicieron creer que Mourinho nos la había metido doblada. Ese artista croata que marca el paso del equipo, el director de la orquesta madridista.
Por ahora, parece que Carlo apuesta por Di María. Veremos si sigue siendo así cuando nos juguemos las habichuelas. Vienen salidas a San Mamés, a Getafe, al Calderón, aderezadas con unas más que posibles semis de Copa contra unos rojiblancos (veremos cuales) que nos esperarán con el cuchillo entre los dientes. Agárrense, que vienen curvas.
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